martes, 29 de abril de 2014

TEOLOGÍA DE LA CREACIÒN

TEMA 16

 TEOLOGÍA DE LA CREACIÓN

16.1. El Misterio de la Creación del Mundo en el conjunto de la fe de la Iglesia.
16.2. La Creación en la S.E. y en el Magisterio.
16.3. Noción Teológica de la Creación.
16.4. Las Criaturas: Ángeles, hombres, Seres Materiales.
16.5. La Bondad del Mundo Creado.

A) DESARROLLO

16.1. El misterio de la Creación del mundo en el conjunto de la fe de la Iglesia.

El tratado teológico de la creación es la parte de la dogmática cristiana que se ocupa del origen del mundo y del hombre.Es ésta una cuestión que, junto a la de Dios, resulta básica para la concepción cristiana sobre el sentido de las cosas y la existencia humana.

La creación del mundo y del hombre por Dios es un misterio de fe. No es el simple resultado de una deducción empírico-racional. De hecho, la reflexión pagana clásica no se planteó jamás directamente la cuestión de la procedencia del mundo y su razón de ser. Los griegos se adherían firmemente a la idea de un cosmos eterno, permanente e inmutable, a un ser de períodos cíclicos.

Con la creación, se afirma que el mundo no es una realidad que se explica por sí misma, ni es el escenario auto suficiente de la actividad cultural sino que ha sido creado por Dios, sin presuposición alguna, todo ello tanto su ser como su existir. La palabra creación tiene dos sentidos: en su sentido estricto, significa la producción del mundo en cuanto tal y en su sentido amplio, se aplica la palabra creación en la evolución del mundo bajo el influjo humano. La creación no es una acción que surja de Dios; más bien, es la misma esencia divina en cuanto se halla en la relación causal con las cosas exteriores a Dios.

La creación se puede conocer a través de la razón humana con su sola fuerza natural basándose en los argumentos cosmológicos y argumentos de la contingencia. Sin embargo, ya que este concepto de creación por la sola razón humana no nos da un concepto cabal de la creación, la Revelación de esta verdad resulta moralmente necesaria. La verdad sobre la creación aparece revelada con claridad en la Sagrada Escritura e incluida en las declaraciones del magisterio sobre todo en el Credo.

A la luz de estas consideraciones podemos entender mejor la importancia decisiva que tiene este tratado en el edificio de la doctrina cristiana. No es un simple prólogo neutro de la historia de la salvación, sino que es parte de la historia salvífica. Allí se nos revelan los atributos de Dios, el sentido del mundo, la vocación a la vida del hombre a quien es entregada la tierra como morada y tarea hasta la consumación escatológica, el gobierno del mundo por parte de Dios mediante su Providencia hasta su perfección última.

Es cierto que el misterio de Cristo es el misterio central de la Fe, y el que articula adecuadamente todas las disciplinas teológicas. Pero ello no hace irrelevantes ni meramente secundarios las verdades de Fe que no son directamente cristológicas. Le confiere, por el contrario su plenitud de sentido y su alcance en el conjunto de la economía divina de santificación y salvación. Así es como debe ser integrado y concebido este tratado dentro de la dogmática de la fe de la Iglesia.

16.2 La Creación en la Sagrada Escritura y en el Magisterio.

1) La Creación el la SE.

a) Antiguo Testamento

i) Gen. 1,ss.: Destaca claramente la idea de que Dios es el Creador del mundo y que crea en el tiempo. La creación tuvo un comienzo absoluto. Ninguna criatura es colaboradora de Dios en el acto creador. La creación es un acto libre de Dios. Dios crea de la nada (ex nihilo) es decir, es Dios quien por su palabra, por un acto libre y espontáneo de su voluntad, atrae de la nada el universo entero. La aparición del hombre culmina el acto creador. Después de la creación del hombre Dios vio que era muy bueno: este adjetivo muestra la excelencia del hombre. La creación no es un acto generativo. Dios creó el mundo por su palabra, ¨Dios dijo y lo hizo¨. El acto creador es un acto personal, es Dios mismo quien opera en la creación.
División de la obra de la creación: Dos Fases:
      1. Fase de Separación: tres primeros días: 1º día: Dios separa la luz de las tinieblas, es la creación del día y de la noche. Aquí comienza el tiempo. 2º día: Dios separa las aguas superiores de las aguas inferiores, es la creación del agua encima del firmamento y del agua bajo del firmamento. 3º día : Dios separa el agua y la tierra, es la creación de los océanos y el suelo. Surge el aire, el agua, y la tierra. Crecen las hierbas y las plantas.
      2. Fase de Decoración: tres días: 4º día: Dios crea los astros: sol, luna y las estrellas. Aquí se manifiesta que los astros no son dioses sino son criaturas de un único Dios. 5º día: Dios, adorna los mares de peces y los aires de aves. 6º día: Dios puebla la tierra, crea los animales domésticos y el hombre a su imagen, le pone encima de todas las criaturas. 7º día: Dios descansa.

ii) Gen.2,4b-25: Empieza con la creación del hombre y lo presenta en dos estados diferentes: estado de inocencia, alegría y paz, y estado de pecado y promesa de salvación. Gen. 2,7, Dios crea el hombre con polvo, sopla en sus narices para darle el soplo de vida, así el hombre deviene un ser vivo. El hombre no ha sido creado por la palabra de Dios según este relato sino que fue modelado con barro del suelo. La creación del hombre

iii) Los Profetas: Ellos contribuyen decisivamente a hacer cada vez más explícita y a desarrollar la fe en el misterio de la creación. Isaías muestra que Yahveh no es solo Dios de Palestina sino también del universo. Yahveh es el que, desde el primer instante del Universo, crea y organiza las causas en el mundo entero, tuerce y rige la historia como le place y conduce a la humanidad hacia el fin prometido a su pueblo. Isaías también pone de relieve el carácter triunfal de la intervención Divina, asociando el mundo entero a la historia del pueblo escogido. Jeremías, Baruc, y Amós presentan a Dios como el Creador del mundo y también el Salvador. Jonás resalta la universalidad del Dios Creador.

iv) Salmos, Proverbios, y Sabiduría: Los Salmos son himnos que hablan de la creación. Cantan y exaltan las acciones gloriosas de Dios y por lo tanto, muestran que Dios es el Creador del Universo (Sal.136) Job nos presenta a Dios, creador del mundo, como un ser incomprensible e inexplicable. El hombre no le puede juzgar ni puede tener razón contra Él. En los libros de los Proverbios se relata la creación como obra divina en su aspecto objetivo; se destaca su orden y racionalidad. Es considerada como una obra magnifica (Prv.3,19-20). En el libro de Sabiduría, la Sabiduría Divina aparece personificada y como co-principio creador. Procede de Dios y manifiesta la trascendencia divina que crea con ella. Ella se identifica con Dios. Su función es de crear (Sab 1,14).

v) 2 Macabeos 7, 28: Dios crea el mundo de la nada. Hay una relación entre creación y escatología. Dios es consumador por ser Creador y es Creador por ser Consumador. El misterio de la creación es en definitiva un estímulo para la confianza en Dios y una prueba de la fidelidad divina a la Alianza. El creador es también el Salvador de quien se espera ¨la hora de la misericordia"[135].

b)Creación en el Nuevo Testamento

i) Evangelios Sinópticos: La predicación de Jesús acerca del Reino de Dios, que llega con El, arranca de la fe bíblica en Dios Creador. Jesús acude expresamente a la doctrina de la Creación en diversas ocasiones manifestando que es la Creación un hecho fundamental, como por ej. en su discurso con los fariseos sobre el divorcio[136]. La creación de la que habla Jesús es la creación del Antiguo Testamento, manifestando la unidad entre los dos testamentos. Cristo la relaciona a la Salvación[137]. La salvación de Dios en Jesús se inserta en la Creación. La creación vulnerada por el pecado es restaurada por y en Cristo.

ii) San Juan: 1. Prólogo del Evangelio[138].: El prologo se relaciona con Gen.1. El Verbo se presenta como eterno que existe antes de la creación y que no solamente toma una parte activa en la creación sino que ¨todo fue hecho por y para El". Esta frase manifiesta la creación "ex níhilo". San Juan presenta a Cristo como autor de la nueva creación. Cristo se presenta como Palabra de Dios, la Sabiduría de Dios que crea el mundo. Cristo es el Salvador del mundo. La creación es renovada por la redención; 2. Apocalipsis: Habla de la plenitud de la obra divina, utilizando las mismas imagenes en el primer capitulo del Génesis. La consumación de la creación se cumple por el triunfo de Cristo, Alfa y Omega.

iii) San Pablo: San Pablo vincula la Teología de la creación a la función creadora de Cristo, a la Iglesia como nueva creación, y a la escatología del hombre y del mundo. 1. Cristo es mediador, principio, centro y fin de la creación. Cristo aparece con el padre antes de la Creación y es el fundamento y principio vital de la creación; es la mente de la creación y toda ella es para El. 2. Iglesia como la nueva creación. La redención es una nueva creación en Cristo.La renovación manifestada en la Resurrección se prosigue en el cristiano por el bautismo. El bautizado es revestido del Nuevo Adán 3. El destino escatológica de la creación se encuentra vinculado al destino del ser humano.

2)La Creación en el Magisterio.

a) Creación en los Símbolos: i) Símbolo de los Apóstoles: "Creo en un sólo Dios Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra". . Todopoderoso significa que todo viene de El. Creador de cielo y tierra: expresión que muestra que Dios es el Creador de todo el Universo. "Creo en Jesucristo su Hijo nuestro Señor". Cristo no se presenta como agente de la creación. Se evita el dualismo; ii) Símbolo de Nicea:"Creemos en un único Dios Padre, creador de todo lo visible e invisible, y en su Señor Jesucristo...por quien todo fue hecho".

b) Creación en los Concilios: i) Letrán IV 1215: Hay una enumeración clara de la Stª Trinidad. El Dios Uno y Trino es el Creador del Universo. Se confiesa que hay un solo principio de todo lo que existe. De Dios todo procede, de las tres personas divinas, pero con un solo principio. El Concilio reacciona contra el dualismo y ofrece una doctrina sobre la creación "ex nihilo"; ii) Florencia 1438-1445: Contra el dualismo maniqueísta. Trinidad creadora de todo el mundo. Dios no ha creado el mal; todo lo que creó es bueno. Dios crea, por su bondad y por su amor, todas las cosas de la nada. Creó las criaturas con una cierta libertad capaz de moverse hacia el bien y capaz de equivocarse; iii) Vaticano I 1869-1870: Afirma que Dios es el Creador del universo. Dios es perfecto, inmóvil, inmortal, creó el mundo no por adquirir perfecciones, sino para que las criaturas participen a su perfección. Condena los errores modernos que niegan la existencia de Dios; los que aceptan a Dios pero no admiten su libertad creadora y su intervención en el mundo; iv) Vaticano II 1962-1965: Tres personas divinas son autor de la creación. El mundo fue creado bueno por que Dios es bueno y de El nada malo puede salir. La actividad del hombre debe llevar a la perfección la obra creadora de Dios.

16.3. Noción teológica de Creación.

1) El Acto Creador
La idea cristiana de creación es una idea precisa y bien determinada. Se refiere al acto creador por el que Dios produce la totalidad de lo que existe. No hablamos ahora por tanto de Creación como efecto o producto de ese acto creativo divino (lo haremos en 16.4). Nos ocupamos en este momento del acto creador, o creación activa.

a) Noción: La creación se puede definir como la producción del ser entero de las cosa o la producción de las cosas según toda su sustancia[139]. En el acto creativo, Dios produce lo que existe en cuanto que existe. Dado que lo que existe es tal en virtud del acto de ser, que es perfección de toda perfección en todo individuo existente, producir lo que existe en tanto que existe significa producirlo totalmente.

La creación activa se puede definir como la emanación de todo el ser, realizados por Dios[140]. Emanación equivale aquí sencillamente la producción u originación. Lo que emana en virtud del acto creador es todo el ser, es decir, no este ser concreto. Si fuera así, estaríamos en presencia de una generación. 

b)Tres aspectos del Acto de Creación
      i). El Creador no sufre cambio o modificación alguna por el hecho de crear, es decir, no pierde ni adquiere ninguna perfección.
    ii) Lo creado es real y completamente distinto del Creador. La creación implica que aunque el Creador y la criatura pueden considerarse ambos bajo la noción común de ser, dado que la criatura posee un ser participado, no tiene sin embargo comunidad de ser con Dios. La teología de Sto. Tomás se apoya en la idea de participación para formular el concepto de creación. Participar significa aquí el poseer de modo limitado e imperfecto algo que se halla en otro de modo total, ilimitado y perfecto. La participación de la criatura respecto del creador es la llamada participación trascendental[141]. Ser criatura significa poseer el esse participado, limitado por la esencia que lo recibe. Dios, en cambio no posee el esse; El ES el ESSE Subsistente.
     iii) Lo creado es totalmente creado. El creador no parte de una materia informe preexistente, sino que crea “ex níhilo”.

c) La libertad del Acto Creador: i) Libertad de contradicción: Dios creó el mundo libre de toda coacción externa y de toda necesidad interna;ii) Libertad de especificación: Dios tuvo libertad para crear este mundo u otro cualquiera; 
iii) Libertad de contrariedad: Dios creó un mundo bueno.

d) Creación en el tiempo: Las criaturas han tenido un principio y no existe desde la eternidad. Aunque en Dios, su voluntad creadora es inmutable y eterno, esto no implica la eternidad del mundo porque el mundo empiezaa existir no cuando Dios concibe la idea sino cuando la realiza.

2) La Causa Eficiente de la Creación

a) Dios solo es el Creador: i) Dios ha creado El solo el Universo. San Agustín dice que “no puede haber una criatura creadora, ni los ángeles, ni las demás criaturas”; ii) No hay criatura que, como causa principal, puede crear algo de la nada. Santo Tomás dice que es necesario que la creación sea producida por Dios porque sólo Dios es el Ser total que existe por si mismo. Dios no puede crear a través de un ser finito porque crear es pasar del no-ser al ser, lo cual requiere una potencia infinita.

b) Creación, obra de la Trinidad: Como toda actividad de Dios hacia fuera (ad extra), la creación es un acto libre de Dios, y común por lo tanto a las tres Personas Divinas.
      i) Testimonio de la Sagradas Escritura: 1. Jn.1,1ss: "Todo fue creado por El y sin El nada seria hecho". Se refería al Hijo. 2. 1Co.8,6: atribuye la creación tanto al Padre como al Hijo. 3. Gen. 1,2 :"Y el Espíritu de Dios soplaba sobre las aguas",. El Espíritu Santo es agente de la creación. (JPII, en Dominum et Vivificantem, se refiere muchas veces al Espíritu Santo como Creado)
      ii) Concilios: 1. Constantinopla II 553 Afirma: "Un solo es Dios y Padre, de quien todo procede; y un solo Señor Jesucristo, por quien todas las cosas han sido hechas; y un solo Espíritu Santo, en quien todas las cosas existen. 2. Lateran 649 Habla de la "Trinidad, creadora y protectora de todas las cosas" Lateran IV 1215 Dice que :"Padre, Hijo, y Espíritu Santo constituyen un solo principio de todo el universo, Creador de todo lo existente."
      iii) Argumentos Teológicos: 1. Sto. Tomás "Crear conviene a Dios por razón de Su Ser, el cual es idéntica en las tres Personas Divinas. Crear no es principio de alguna Persona sino algo común a toda la Trinidad" (STh.1,45,6). 2. J. Danielou El mundo en cuyo interior vivimos es un mundo repleto de la Trinidad y a la vez, en ello se da Dios mismo.
      iv)CEC 292: La acción creadora del Hijo y del Espíritu ...inseparablemente una con la del Padre, es claramente la regla de la fe de la Iglesia. La creación es obra de la Santísima Trinidad.

3) Motivo y Fin de la Creación

a) Motivo: bondad de Dios: Dios fue movido por su bondad a crear libremente el mundo. Es el amor de su bondad infinita el que le movió a dar existencia a seres finitos para hacerles participes de sus propias perfecciones.

b) Fin: Gloria de Dios: i) El mundo ha sido creada para la gloria de Dios, para manifestar las perfecciones de Dios con la subsiguiente glorificación de Dios. Esa gloria que dan las criaturas se divide en dos: objetiva por la mera existencia, y formal por la adoración de los seres racionales; ii) El fin secundario es colmar de beneficios a las criaturas y hacerles felices a las criaturas racionales.

4) Creación y Redención: Es importante no separar ambos misterios. Ambas verdades reveladas constituyen como dos centros de una misma concepción dogmática. Cristo vino al mundo para salvar a los hombres. Redención y creación tienen el mismo fin ulterior: la gloria de Dios.

16.4. Las criaturas: ángeles, hombres, seres materiales.

1) Los Ángeles: La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe.El testimonio de la SE es tan claro como la unanimidad de la Tradición

a) Sagrada Escritura:

i) Antiguo Testamento: los ángeles aparecen a lo largo de toda la historia salvífica, y no solo después del destierro: se les designa en grupo(Gen.28,12), se habla del "ángel de Yahveh" (Gen.16,57). Otros textos: Dn.10,13 (Miguel); Dn.8,16 (Gabriel); Tob.12,15 (Rafael); Gen.3,24 (querubines); Is.6,2 (Serafines).

ii) Nuevo Testamento: en NT se llega al máximo de la revelación angélica: forman la corte de Dios; están presentes en la tierra con mayor frecuencia (Anunciación, Zacarías, San José, etc.); se ve claramente su subordinación a Cristo y su función de mediadores, así como la distinción entre los ángeles buenos y los demonios, la limitación de su ciencia (desconocen la fecha del juicio final), su posesión de la visión beatífica, etc.

b) Tradición: Deja claro que no son "diosecillos", sino criaturas y que hay ángeles buenos y malos.Mas confusos es el tema de su perfecta espiritualidad. Fue Sto. Tomás el gran constructor de la teología angélica.

c) ¿Quienes son los ángeles?
San Agustín dice respecto de ellos: "El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu, si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel." Con todo su ser, los ángeles son servidores, mensajeros y adoradores de Dios. Ellos contemplan "constantemente el rostro de mi padre que está en el cielo[142], son agentes de sus ordenes, atentos a la voz de su palabra."

En tanto que criaturas puramente espirituales, tiene inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales. Superan en perfección a todas criaturas visibles. El resplandor de su gloria es testimonio de ello.

Toda la vida de la Iglesia se beneficia de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles. En la liturgia, la Iglesia se une a los ángeles para adorar a Dios, invoca su asistencia y celebra la memoria de ciertos ángeles. En cuanto a la vida del cristiano, durante todo su transcurso está rodeado de su particular custodia[143].

d) ¿Quienes son los demonios?

i) Naturaleza: Son ángeles que rebelaron contra Dios y son condenados por Dios. Son criaturas espirituales e inmortales.
ii) Actividad: 1. entre sí Entre los demonios, se da un orden de mayor a menor en orden a la naturaleza; existe una jerarquía porque el obrar sigue la naturaleza. En ellos no puede darse iluminación propiamente dicha ya que la iluminación solo viene de Dios. Los ángeles tienen dominio sobre los demonios porque son más perfectos y más próximos a Dios; 2. sobre los hombres El demonio, por razón del pecado de Adán, posee cierto dominio sobre hombres. Ellos tientan moralmente a los hombres y llegan a veces a tomar posesión de los hombres.
iii) Principales tesis: 1. El diablo y los demonios fueron creados buenos por Dios y se hicieron malos por sí mismos, libre y conscientemente; 2. El hombre pecó por instigación del diablo y los poderes del mal continúan probando; 3. Son criaturas espirituales y su condenación es eterna.

e) Afirmaciones principales: i) los ángeles existen ii) son de naturaleza espiritual iii) fueron creados por Dios iv) fueron creados al comienzo del tiempo v) los demonios fueron creados buenos pero se pervirtieron por su propia acción[144].

2) Los Hombres
El hombre aparece como coronación y centro de la obra divina creadora. Su aparición no constituye una simple prolongación del proceso creativo, sino resultado de una especial iniciativa divina. Los relatos de la creación lo afirman. Las verdades sobre la naturaleza y origen del hombre podemos resumir en las siguientes: a) El hombre es criatura. Nuestros primeros padres, en cuanto al alma, fueron creados por Dios de la nada; en cuanto al cuerpo, fueron creados con una intervención especial de Dios. El alma de cada hombre es creada inmediatamente por Dios cuando es infundida en el cuerpo; b) Tiene una especial dignidad, es imagen y semejanza de Dios, lo cual lo constituye en rey de la creación. Esa dignidad radica es estar dotado de inteligencia y voluntad. El hombre es racional y libre; c) Es un ser a la vez corporal y espiritual, como totalidad ontológica querida por Dios. El alma y el cuerpo se unen de tal manera que resulta una nueva naturaleza; d) Es sociable por naturaleza que se desarrolla en una comunión de esfuerzos, en el trabajo y se perfecciona solidariamente con sus compañeros. Ha sido creado con la vocación de trabajar el mundo[145].; e) Todo el genero humano procede de una sola pareja. La diferencia de sexos es querida por Dios. Existe igualdad esencial entre varón y mujer, y diferencia funcional.

3) Seres Materiales
La condición fundamental de las cosas es que éstas no son naturaleza entendida como algo último y supremo, sino creación, es decir, obra divina. El mundo lleva necesariamente un sello criatura que afecta a su naturaleza una composición íntima, y que entraña una serie de consecuencias: a) Las cosas creadas, por proceder de Dios según el conocimiento e intelección divinos, poseen una naturaleza especifica e inteligibilidad. Dado que Dios crea de acuerdo a un designio divino inteligente, podemos hablar de la realidad como susceptible de penetración intelectual; b) Pero hay que afirmar a la vez que la mente humana es incapaz de penetrar completamente la realidad, porque esta ha sido ideada y producida por un intelecto mayor que el nuestro y posee entonces un carácter misterioso e inabarcable; c) La contingencia de las criaturas nos habla de una voluntad libre creadora. Esa voluntad divina origina en las cosas la bondad como aspecto esencial de su ser.

16.5. La bondad del mundo creado.

Salida de la bondad divina, la creación participa de esa bondad[146]. Porque la creación es querida por Dios como un don dirigido al hombre, como una herencia que le es destinada y confiada, la Iglesia ha debido, en repetidas ocasiones, defender la bondad de la creación comprendida la del mundo material[147].

El Catecismo cita las siguientes declaraciones magistrales: a) DS 286: Ep. Quam Laudabiliter, de León I "de natura diaboli"; b) DS 455-463[148]: C. de Braga,561: anatematismos contra el priscilianismo que afirmaba que el diablo es el creador de la materia y el principio del mal. El alma es de naturaleza divina, ha existido antes que el cuerpo y en castigo de pecados precedentes ha sido encerrada en éste; c) DS 800[149]: C. de Latera IV, 1215: contra albigenses y cátaros que afirmaban que existe al Dios de la luz un dios de las tinieblas, siendo éste la causa del reino de la materia y del mal; d) DS 1333[150]: C. de Florencia, 1442.

La teología cristiana afirma sin ambigüedades que el mundo creado es bueno, porque procede del querer divino. Pero la afirmación neotestamentaria no menos importante es que, a causa del pecado, el mundo se encuentra como en poder del maligno[151]. Esto se explica que las muchas implicaciones y consecuencias contenidas en la primera idea hayan sido desarrolladas con gran lentitud por los teólogos de la Iglesia[152].

B) RESUMEN[153]

Creemos que Dios creó el mundo según su sabiduría; que procede de la voluntad libre de Dios que ha querido hacer participar a las criaturas de su ser, de su sabiduría, y de su bondad; que Dios no necesita nada preexistente ni ninguna ayuda para crear. La creación tampoco es una emanación necesaria de la substancia divina. La fe en la creación "de la nada" está atestiguada en la Escritura como una verdad llena de promesa y esperanza. Dios puede por el Espíritu Santo dar la vida del alma a los pecadores creando en ellos un corazón puro, y la vida del cuerpo a los difuntos mediante la Resurrección; pues también dar la luz de la fe a los que lo ignoran.

Porque Dios crea con sabiduría, la creación está ordenada, dirigida al hombre, imagen de Dios, llamado a una relación personal con Dios. La creación es querida por Dios como un don dirigido al hombre, como una herencia que le es destinada y confiada. Dios es infinitamente más grande que todas sus obras. Dios es el Creador soberano y libre, causa primera de todo lo que existe, está presente en lo más íntimo de sus criaturas. Dios no abandona su criatura a ella misma; la mantiene cada instante en el ser, le da el de obrar y la lleva a su término.
Tesis principales

A Yahveh atribuye la Biblia el origen del mundo y todo el gobierno del cosmos. Su acción creadora es libre y su obra está enteramente a su merced. Toda su obra hace resplandor cual es la vitalidad del Dios vivo. En el Nuevo Testamento, la teología de la creación pertenece a la teología de la vocación; la reflexión sobre los orígenes del mundo es una meditación sobre las dimensiones del misterio de Cristo:

a) El mundo es totalmente distinto de Dios, su Creado; b) Las realidades materiales y espirituales fueron y son producidas por Dios de la nada según la totalidad del ser de ellas; c) El mundo es la obra buena de un Dios inefablemente bueno y sabio que produce todas las cosas por su omnipotencia y con voluntad absolutamente libre; d) Dios, Señor del Universo, conserva y gobierna todas las cosas por su providencia; las cosas no son eternas sino que han tenido comienzo; e) Todo subsiste en el Hijo pero depende de la Trinidad como de un solo principio creador; g) El fin de todo el universo es la gloria del Creador, es decir, la comunicación de su bondad que se realiza por Cristo nuestro Señor, y se realizarán más maravillosamente al fin de los tiempos.

C) BIBLIOGRAFÍA
El Misterio de la Creación, José Morales.
El Misterio Cristiano : La Creación, R. Guelluy.
El Misterio de la Creación de Dios, Tomo III, Johann Auer.
Moral de la Teología Dogmática, Ludwig Ott.
Dios Creador y Enaltecedor, Javier Ibáñez Fernando Mendoza.
Dios y el Hombre: La Creación, Salvador Verges.
La Trinidad y el misterio de la existencia, J Danielou.
Catecismo de la Iglesia Católica.

Antiguo resumen del bachillerato de teología.

DESARROLLO TEOLÓGICO DEL DOGMA TRINITARIO

TEMA 14

HITOS HISTÓRICO Y TEOLÓGICOS DEL DESARROLLO DEL DOGMA TRINITARIO

14.1. Hasta la proclamación del Símbolo niceno-constantinopolitano del 381.
14.2. Elementos de la teología trinitaria agustiniana: la noción de relación; la doctrina psicológica.
14.3. Rasgos centrales de la elaboración sistemática trinitaria de Santo Tomás de Aquino.
14.4. La cuestión del “filioque ” en el pasado y en la actualidad.

A) DESARROLLO

14.1. Hasta la proclamación del Símbolo niceno-constantinopolitano del 381.

14.1.1 La época prenicena:

A.) Los primeros testimonios:

a.) La liturgia bautismal y la liturgia eucarística: En la Iglesia primitiva, al igual que en la Iglesia de los tiempos, la fe trinitaria se expresa con especial fuerza en aquellos momentos en que se celebra el misterio pascual, concretamente, en el Bautismo y en la Eucaristía. Todo arranca del mandamiento misional contenido en Mt 28, 19: Bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Testimonios sobre la dimensión trinitaria del Bautismo, encontramos en la Didaché (ca. 90-100), en S. Justino (+ 163/167), y en S. Ireneo (+ ca. 202). En el bautismo cristiano se da una estrecha relación entre conversión, admisión en la comunidad cristiana y profesión de fe trinitaria cristiana. La liturgia eucarística está también íntimamente ligada al misterio trinitario, así testimonian S. Justino en su Primera Apología y S. Hipólito de Roma en su Tradición Apostólica , compuesta en Roma a mediados del siglo III.

b.) La profesión de fe trinitaria: Es precisamente esta profesión de fe efectuada en el Bautismo y la necesidad de una catequesis previa para poder hacer esta profesión con conciencia clara de lo que se celebra y de lo que se confiesa, el motivo de la redacción de símbolos bautismales. Ya a finales del siglo V están condensados en fórmulas breves los principales artículos de la fe trinitaria.

c.) La oración cristiana: La oración cristiana hereda muchos rasgos de la oración judía, pero se distingue de ella por un rasgo fundamental: se dirige a Dios por la mediación de Jesucristo, nuestro Señor. En este marco se sitúan las doxologías cristianas que tanta importancia tendrán en el desarrollo de la doctrina trinitaria. El uso de la doxología Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo está ya generalizado a mediados del siglo IV.

B.) Los Padres Apostólicos: La etapa de los Padres Apostólicos comprende los escritores de los siglos I/II. La doctrina sobre el único Dios, Padre y Creador, constituye el trasfondo y la indiscutible premisa. Para los Padres Apostólicos, la afirmación de la divinidad de Jesucristo no supone una negación de la unicidad de Dios. No realizan especulación alguna sobre el misterio trinitario. Se limitan a testimoniar la predicación cristiana.

C.) Los Apologetas: La literatura apologética mira especialmente a tres campos:
* Los paganos, a los que se les intenta mostrar que únicamente el Dios cristiano puede ser el Dios verdadero. Los judíos, a los que se intenta demostrar que el Dios de Israel, es el Padre de Jesucristo, y que esto no va contra el monoteísmo del Antiguo Testamento. Corrientes dualistas, gnósticas y docetas, a las que se intenta demostrar que no hay dos dioses. Las primeras reflexiones teológicas en torno al misterio de la Trinidad, aparecen con los Apologetas.

D.) S. Ireneo y la estructura trinitaria de la salvación: Ireneo no es un apologista, pero tiene que enfrentarse a la teodicea de los gnósticos, que afirma que en Dios existen dos principios, el bueno y el malo, y que el mundo procede de Dios por emanación. Ante esto, S. Ireneo afirma la unicidad divina defendiendo a la vez la trinidad de personas. Al hablar de la Trinidad lo hace en la forma en que se ha manifestado en la historia de la salvación: Dios Padre que crea el mundo por su Verbo; el Verbo que envía al Espíritu Santo.

E.) Dos grandes pensadores del siglo III: Clemente de Alejandría y Orígenes: El pensamiento teológico alcanza en Oriente un desarrollo extraordinario en torno al año 200. Este desarrollo del saber teológico alcanza gran esplendor en los siglos III y IV gracias a lo que se ha llamado “escuelas teológicas”. Destacaremos dos de la “escuela” de Alejandría: Clemente y Orígenes.
* Clemente, defiende la unidad de Dios contra los dualistas, y particularmente contra Marción, que piensa que son incompatibles entre sí la infinita Justicia de Dios y la infinita Bondad. En consecuencia habla del Dios del Antiguo Testamento (cruel y justiciero) contraponiéndolo al Dios del Nuevo Testamento ( lleno de bondad y misericordia). Clemente refuta este dualismo mostrando que pertenece a la misma persona el hacer el bien y el hacer justicia. También defiende la unicidad de Dios frente al politeísmo pagano.
La teología alejandrina llega a su esplendor con Orígenes, sucesor de Clemente.
* Orígenes profundiza y enriquece las líneas trazadas por Clemente. La unicidad divina es para Orígenes, al igual que para Clemente, inseparable de la noción de Dios. En doctrina trinitaria, Orígenes se acerca al esquema ireniano, considerando la Trinidad en el marco de la economía de la salvación. Está clara en él la idea de homousía , es decir, de igualdad de substancia entre el Padre y el Hijo. A veces, sin embargo, llama al Logos , deútero Theós , Dios de segunda categoría. En sus escritos se encuentran pasajes subordinacionistas, que sin embargo, no invalidan aquellos otros en que se subraya la igualdad de esencia del Hijo con el Padre. También afirma con claridad la sustanciabilidad y divinidad del Espíritu.

14.1. 2. Las herejías antitrinitarias

A.) El Monarquianismo: Niega la trinidad de personas en Dios afirmando únicamente la persona del Padre. Los caminos son o negar que Cristo sea verdaderamente Dios (adopcionismo: ebionitas, Teodoto de Bizancio y Pablo de Samosata) o negar que sea un subsistente distinto del Padre (modalismo: Noeto, Sabelio y patripasianismo).

B.) El Subordinacionismo arriano: afirma una subordinación ontológica de las tres divinas personas. Arrio afirma que el Verbo es poiema del Padre, es decir, una criatura. Las causas del error de Arrio están en que a la hora de hablar de la Encarnación interpreta erróneamente el esquema Logos-Sarx y en que niega que en Dios sea posible una generación.

C.) Los Pneumatómacos: A la subordinación del Logos siguió la afirmación de la subordinación del Espíritu Santo. Son los Pneumatómacos, que aceptan la divinidad del Hijo, pero dicen que el Espíritu Santo es una criatura. Los principales son: los trópicos y los macedonios.

14.1.3 De Nicea a Constantinopla

A.) El Concilio de Nicea y la consubstancialidad del Padre y del Hijo: Arrio radicaliza las tendencias subordinacionistas hasta el punto de negar la divinidad del Hijo, produciendo importantes controversias teológicas. El Concilio de Nicea (325) es convocado por el emperador Constantino, preocupado de que las luchas teológicas pudieran atentar a la unidad del Imperio. El documento clave es el Símbolo, en el cual se profesa la consubstancialidad del Hijo con el Padre. Se trata del Símbolo que utilizaba la Iglesia de Cesarea, al que se le añaden algunas frases para rechazar el arrianismo. Los elementos doctrinales principales en torno a la consubstancialidad son:
* “de la ousía del Padre”: el Hijo no es algo hecho por el Padre, sino una comunicación del propio ser del Padre por medio de generación en la que el Padre entrega verdaderamente al Hijo su propia substancia.
* “engendrado, no creado”: no es una generación por gracia sino por naturaleza.
p class=MsoNormal style='margin-right:.6pt'>* “de la misma naturaleza que el Padre”: sirve para reafirmar más todavía la filiación del Verbo. Es el punto neurálgico del Símbolo. La lucha por la aceptación o rechazo de la doctrina nicena girará en torno a la aceptación o rechazo de este vocablo: homousios . En un primer momento sólo se discutía contra los arrianos si el Hijo era engendrado o creado, de ahí que no se pueda decir que desde una perspectiva histórica homousios se utilizase en Nicea para designar unidad numérica de substancia. Sin embargo la unidad numérica se encuentra implícitamente afirmada en el Símbolo por la confluencia de dos afirmaciones: Dios es sólo una substancia y la substancia del Hijo es igual en todo a la del Padre con perfecta identidad. Consecuencia: entre el Padre y el Hijo no sólo hay unidad específica sino también unidad numérica.

B.) El Símbolo Nicenoconstantinopolitano: En el Primer Concilio de Constantinopla (381) se define la divinidad del Espíritu Santo, y se completa el Símbolo de Nicea, dando lugar al Símbolo Nicenoconstantinopolitano. De este Símbolo nos interesa la doctrina pneumatológica.
* Santo: la divinidad del Espíritu Santo ya viene insinuada por este calificativo, que ya es aplicado en el Nuevo Testamento y que tomado en sentido propio muestra como el Espíritu es persona divina ya que sólo Dios es Santo.
* El Señor: : es un calificativo que también acompaña a Cristo, y se utiliza aquí para designar un título divino.
* Dador de vida o vivificador : afirma la misión “ad extra” del Espíritu de santificar, de dar nueva vida, de re-crear, tiene funciones divinas.
* Que procede del Padre: : muestra el origen divino del Espíritu, procede del Padre pero sin ser engendrado; procede del Padre pero sin ser creado.
* Se afirma la adorabilidad del Espíritu junto con el Padre y el Hijo : fue uno de los argumentos más importantes para demostrar la perfecta divinidad del Espíritu.
* Que habló por los profetas : tiene la misma intención de afirmar la divinidad del Espíritu Santo.
Conclusión: los términos que utiliza el Símbolo para afirmar la divinidad del Espíritu Santo son muy comedidos, pero todas las afirmaciones que se hacen de Él afirman con otras palabras la “consubstancialidad” (pero sin usar el término homousios).

14. 2. Elementos de la Teología Trinitaria Agustiniana: La Noción de Relación y La Analogía Psicológica:

A.) La Noción de Relación:
El tema de las relaciones muestra que San Agustín conocía a Platón, pero también las categorías aristotélicas. Con esta idea él afirma que Dios es esencia o ousía. Es una única esencia sin accidentes y, en consecuencia, sólo Dios es sustancia inconmutable. Sin embargo, él afirma también que no todo lo que se dice de Dios se dice según la sustancia; ni tampoco según los accidentes, pues en Dios nada es accidental. Para San Agustín hay algo en el seno misterioso de la esencia divina que dice sobre la relación: paternidad, filiación, espiración. Por eso, él afirma que es posible hablar de relación en Dios, pero que debe entenderse como relación subsistente , ya que en Dios nada es accidental. Esta afirmación significa que la relación de paternidad-filiación existente es compatible con la infinita perfección de Dios, siempre que el término relativo no se le suponga fuera de Dios, sino dentro de la misma perfección y esencia divina.

San Agustín utiliza el término relación como opuesto al de sustancial. Para él, no todo lo que se predica de Dios se predica referido a la sustancia, sino referido a tres que son relativos entre sí: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y poniendo en primer plano la verdad enseñada por la Escritura, él afirma que hay en Dios realidades relativas entre sí e idénticas con la simplicísima esencia divina: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Él pone el concepto de relación como expresión de la diferenciación personal en el Dios único, que al mismo tiempo, es un Ser absoluto. Este ser absoluto no puede ser sino la esencia divina, que además debe ser afirmada como idéntica con la relación. En esta explicación garantiza también la concepción de estas tres relaciones como puramente sustanciales. No son determinaciones accidentales de la esencia divina, ni la alteran; son más bien esta esencia divina única bajo el aspecto de una correlatividad inmanente. Según eso, las personas consideradas en sí mismas son el único Dios verdadero y una misma cosa con el ser divino absoluto, mientras que en relación correlativa son: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

B.) Relaciones de origen:
San Agustín recibe de la tradición anterior como verdad ya pacíficamente poseída la relación entre Padre, Hijo y Espíritu Santo como fundamentada en la procedencia -origen-de las divinas Personas. Este origen tiene lugar mediante la generación -en el Hijo- y mediante la aspiración en el Espíritu Santo. Según San Agustín, la procesión del Hijo es igual a la de la intelligentia a partir de la mens o de la memoria mientras que la procesión del Espíritu es igual a la de la voluntas , que procede necesariamente de la intelligentia . Con esta doctrina del Espíritu Santo como amor Patris et Filii . San Agustín introdujo sin duda una novedad muy notable en la doctrina trinitaria.

La procesión del Espíritu Santo es una de las cuestiones que San Agustín propone a estudiarse en el De Trinitate . Él desea saber cómo el Espíritu Santo pertenece a dicha Trinidad no siendo engendrado por el Padre, ni por el Hijo, ni por ambos a una, aunque es Espíritu del Padre y del Hijo. La respuesta agustiniana es clara: a pesar de no ser engendrado, el Espíritu tiene la misma sustancia divina, porque la recibe del Padre y del Hijo como de un único principio; la recibe principaliter del Padre, pues el Padre es el principio de divinidad y da también al Hijo -que todo lo recibe del Padre- el espirar al Espíritu Santo. San Agustín acepta, pues, en toda su fuerza, el axioma de que el Padre es fons et origo totius Trinitatis . El Espíritu Santo procede como Amor y, por tanto, no es engendrado, pues lo propio del amor no es el ser imagen, sino el ser peso, comunión, don .

C.) Analogía Trinitaria Psicológica de San Agustín
En su empeño por penetrar en el misterio de la Trinidad, San Agustín, con la convicción de que el hombre está creado a imagen y semejanza de Dios, encontró estas imágenes o semejanzas tomadas de la naturaleza y especialmente del hombre como base para explicar su doctrina sobre la Trinidad. Su razón es muy sencilla: si Dios es esencialmente Trinidad, en el hombre, creado a su imagen, se encontrará un vestigio de esta trinidad en la que se realiza la unidad de Dios.

San Agustín encuentra en la mente humana hasta tres imágenes de Trinidad, o más bien una semejanza a tres niveles: a)mens, notitia, amor, b) memoria sui, intelligentia, voluntas c) memoria Dei, intelligentia, amor . Las dos primeras están tomadas de la consideración de las operaciones del alma en general; la tercera está tomada de la consideración del alma en la contemplación de Dios.

a.) Mens, notitia, amor:
Para San Agustín, nuestro pensamiento---nuestra alma---se ama a sí misma. Y su amor no es otra cosa que su afirmación natural de existir. Con esto tenemos, pues, dos realidades inseparablemente unidas: el alma y su amor. Pero este amor sería imposible si el alma no tuviese conciencia de sí misma, es decir, si no tuviese noticia de su propia existencia. Por otra parte, el alma que por ser espiritual es perfectamente cognoscible no puede no conocerse a sí misma. Así, dice San Agustín, en lo más interior del hombre, en sus operaciones inmanentes el hombre refleja la interna unidad y distinción de las Personas divinas. Refleja, sobre todo, la mútua inmanencia de unas Personas divinas en las otras. Con esto, la doctrina de la circuminsessio encuentra en San Agustín a su máximo exponente.

b.) Memoria sui, intelligentia, voluntas:
En esta analogía, San Agustín da un paso más con respeto a la primera analogía. Para él estas tres facultades no son como tres vidas, tres mentes y tres sustancias sino una sola vida, mente y sustancia. Él dice que la memoria esta referida a sí misma; pero en cuanto memoria tiene sentido relativo, y esto es lo mismo que se puede afirmar en lo que respeta a la inteligencia y a la voluntad, pues se dominan inteligencia y voluntad en cuanto dicen relación a algo. En sí mismas, cada una es vida, mente y sustancia: son una misma realidad. Son tres según sus relaciones recíprocas; y si no fueran iguales, no sólo cuando una dice relación a otra, sino cuando incluso cada una de ellas se refiere a todas, no se comprenderían mutuamente. Se conocen una a una, y una a todas ellas. En conclusión, puesto que todas y cada una mutuamente se comprenden, existe igualdad entre el todo y la parte, y las tres son unidad: una vida, una mente, una esencia.

c.) Memoria Dei, intelligentia, amor
En esta tercera analogía San Agustín estudia el alma en relación no consigo misma, sino en su relación vital con Dios, a cuya imagen esta hecha. Aquí la memoria significa memoria de Dios, es decir, conciencia de ese Dios que está mas presente al alma que ella misma. El conocimiento significa conocimiento de Dios, y el amor, amor de Dios. San Agustín dice que esto se trata no solo de actos realizados por el alma con sus propias fuerzas, sino principalmente de los actos realizados por el alma elevada por la gracia de Dios. Actos con los que se une estrechísimamente a Dios. Y es que, cuando la imagen de Dios en el alma adquiere todo su relieve es cuando el alma se abre al conocimiento y al amor de Dios.

Según San Agustín, aunque Dios está siempre con el hombre, el hombre no siempre está con Dios. Estar con Dios significa acordarse de Él, conocerle, amarle; equivale a renovar en nosotros la imagen de Dios, pues con esta memoria, esta inteligencia y esta voluntad se participa de aquella vida con la que Dios se conoce y se ama. En efecto, si la mente es por naturaleza es imagen de Dios Trino, su perfección y su hermosura consistirán en acrecentar el parecido vital con Dios. Pensar en Dios, conocer a Dios, amarlo cada día más intensamente, ese es el progreso del alma por las rutas luminosas de la santidad.

14.3. Rasgos Centrales de la Elaboración Sistemática Trinitaria de Santo Tomás de Aquino.

Santo Tomás de Aquino trata el misterio de Trinidad en la Suma 
Teológica[119]. Con él la estructuración del tratado De Trinitate adquiere una gran perfección formal que lo constituye en el máximo exponente de la estructuración escolástica y punto de referencia universal. En visión de conjunto de su doctrina sobre la Trinidad, cabe destacar estos rasgos centrales:

A.) Las procesiones divinas:
Según Santo Tomás, la fe nos enseña que existen en Dios dos procesiones internas, inmanentes, y que es necesario entender estas procesiones como procesiones espirituales, no materiales. Se trata de dos procesiones reales, y en todas estas procesiones se encuentran estos tres elementos: a.) el que procede (qui ); b.) aquel de quien procede ( a quo ); c.) la relación y orden de procedencia. Para que la procesión sea real se requiere que estos tres elementos sean reales. Santo Tomás las define en Dios como ordo originis , es decir, como “orden puro de origen entre dos términos realmente distintos y existentes en Dios, sin movimiento, ni prioridad ni posterioridad, ni diversidad de naturaleza, ni composición de acto y potencia, ni transmutación de ningún género, sucesión, ni tiempo; sin distinción de causa y efecto, ni mezcla alguna de imperfección.”

La primera procesión es la del Verbo, que procede del Padre, secundum emanationem intelligibilem Verbi intelligibilis a dicente, quod manet in ipso : según la procesión espiritual del Verbo inteligible de quien lo dice, que permanece en él. Y por esta razón, el Verbo, concebido con toda perfección desde la eternidad por el Padre, no es distinto de éste. Es Verbo sustancial y no accidental porque la intelección de Dios no es accidente, sino que se identifica con su ser. Santo Tomás muestra también que esta procesión intelectual merece el nombre de generación, porque el viviente nace del viviente y recibe una naturaleza semejante a la del que engendra.

La segunda procesión no es por modo de generación, sino de espiración. Y Santo Tomás explica esta procesión por medio de su concepto sobre el amor, diciendo que como en nosotros el amor del bien procede del conocimiento del bien, también se da en Dios una segunda procesión, la cual no es una generación, porque el amor, al contrario del conocimiento, no asimila a sí mismo a su objeto, sino que tiende hacia él.

B.) Las relaciones divinas:
La relación es uno de los nueve géneros de accidentes. Mientras que los otros accidentes afectan a la sustancia, modificándola, la relación no se toma en orden al sujeto en que se halla, sino en orden a un término. Ahora bien, puesto que la relación no modifica la sustancia, el concepto de relación no incluye en sí mismo ni perfección ni imperfección y, por lo tanto, puede darse en Dios. Santo Tomás afirma que en Dios hay procesiones reales y hay también relaciones reales que son: las relaciones paternidad- filiación (por generación) y las relaciones entre espiración activa y aspiración pasiva (por amor). Estas relaciones no son distintas de la esencia divina, pues en Dios no hay accidentes y por lo tanto en Dios el esse in de la relación que es un accidente es de orden sustancial, no accidental.

Santo Tomás dice también que las relaciones divinas que están opuestos entre sí son realmente distintas en virtud misma de esta oposición: el Padre no es Hijo, porque nadie se engendra a sí mismo; y el Espíritu Santo no es el Padre ni el Hijo. Así, se da pues en Dios cuatro relaciones reales: paternidad, filiación, espiración activa y espiración pasiva. Como la espiración activa no se opone ni a la paternidad ni a la filiación no es realmente distinta de éstas. Existen tres de estas relaciones que son realmente distintas entre sí pero que se identifican con la misma esencia divina. Y esto es posible, según Santo Tomás, porque si bien algunas relaciones divinas son opuestas realmente entre sí, como la paternidad y la filiación, son oposiciones puramente relativas. Y esta oposición entraña en ellas solamente una distinción relativa.

C.) Las personas divinas:
Santo Tomás toma como base de la doctrina sobre las personas divinas la definición boeciana de la persona: rationalis naturae individua substantia. Él afirma que en Dios se realiza con toda perfección el concepto de persona, puesto que la persona significa el modo más perfecto de ser de la sustancia. El concepto de persona no repugna a Dios, con tal de que este concepto de persona esté purificado de las imperfecciones con que lo encontramos realizado en las personas creadas.

Para Santo Tomás, en Dios la persona no significa otra cosa que la relación en cuanto subsistente . En efecto, “la relación en Dios no es como un accidente adherido a un sujeto, sino que es la misma esencia divina, por lo cual es subsistente, ya que la esencia divina subsiste. Luego, por lo mismo, la deidad es Dios, la paternidad divina es Dios Padre, que es una persona divina. Así pues, el nombre de persona designa en Dios la relación de origen, pero considerada como subsistente. Es decir, persona en Dios es la relación subsistente, incomunicable. Al mismo tiempo, es únicamente por su oposición relativa por lo que las tres divinas Personas se distinguen entre sí.

En consecuencia, también las nociones (propiedades ) y las relaciones divinas son idénticas: las nociones no hacen otra cosa que señalar en forma abstracta la razón que distingue unas relaciones de otras. El Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios, pero el Padre no es el Hijo, y el Espíritu Santo no es Padre ni el Hijo y, sin embargo, Padre, Hijo y Espíritu Santo son idénticos con la esencia divina, concebida no sólo como una sustancia, una sola inteligencia y una sola voluntad, sino también como un único acto de existir. A su vez, la paternidad, la filiación y aspiración pasiva son personalidades relativas incomunicables.

D.) Las nociones y los nombres de las Personas Divinas :
La distinción de las Personas se nos manifiesta en los nombres que damos a cada una de ellas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. A estas personas las distinguimos también mediante las nociones o notas distintas que aplicamos a las personas divinas, como paternidad, filiación, espiración. Las nociones con las que solemos hablar de Personas divinas son cinco: innascibilidad y paternidad referidas al Padre; espiración activa referida al Padre y al Hijo; filiación referida al Hijo; procesión o espiración pasiva referida al Espíritu Santo. De estas cinco, sólo cuatro son relaciones reales, pues la innascibilidad no es una relación real; cuatro son propiedades de una persona, pues la espiración activa es común al Hijo y al Padre. Tres son notas personales o constitutivas de las personas.

Los nombres propios de la primera Persona son: el Padre que responde a la relación real de paternidad. El segundo es no engendrado o ingénito que responde al hecho de es propio del Padre el no proceder de ninguna Persona. El tercero es principio sin principio. Los nombres propios de la segunda Persona son: Hijo, Verbo, Imagen. He aquí, Santo Tomás presta la idea agustiniana de que el significado de Hijo y de Verbo se identifican, es decir, de que el Hijo es Hijo en cuanto Verbo y es Verbo en cuanto Hijo. Y se llama Imagen para significar que es del todo semejante. De los propios de la tercera Persona son: Espíritu Santo, Amor y Don.

14.4. La Cuestión del “Filioque” en el pasado y en la actualidad.
La introducción del filioque en el uso litúrgico, en su versión latina, del Símbolo Nicenoconstantinopolitano, constituye una importante cuestión trinitaria; es además clave en el diálogo entre la Iglesia de Occidente y la Iglesia Bizantina.

La teología latina se orientó desde sus comienzos hacia la afirmación de que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, ya tiempo antes de que se rompiera la comunión entre Oriente y Occidente. Durante siglos han coexistido las dos fórmulas pacíficamente en la Iglesia: ex Patre procedit y ex Patre Filioque procedit. Ni los orientales se extrañaron de la fórmula occidental ni viceversa. Los caminos aparecen como divergentes pero no incompatibles.
La cuestión del filioque se radicalizó en los tiempos del cisma, hacia el año 867, con el Patriarca Focio. Focio condena la inclusión del filioque en el Símbolo, y en su significado doctrinal. Focio afirma que sólo es el Padre causa del Espíritu Santo y excluye totalmente al Hijo. Los latinos arguyen que si no hay relación de oposición entre el Hijo y el Espíritu Santo no se distinguirían entre sí. Los griegos en cambio fundan la distinción de Personas en las propiedades personales y no en sus relaciones.
- Razones principales que aducen los ortodoxos en contra del filioque :
* Las relaciones entre las Personas manifiestan las distinciones entre ellas, pero no son la base que constituye la distinción. Decir que el Espíritu procede del Hijo para justificar racionalmente la distinción personal, es pretender racionalizar el Misterio[120].
* Mediante el filioque , el Padre y el Hijo aparecen como un principio anónimo del Espíritu Santo[121].
*Atribuir también al Hijo la procesión del Espíritu Santo equivale a negar que el Padre es el único principio de las Personas[122].

En el Magisterio Contemporáneo:
En el Credo del Pueblo de Dios de Pablo VI se dice: “creemos en el Espíritu Santo, persona increada, que procede del Padre y del Hijo, como amor sempiterno de ellos”; Pablo VI añade al filioque el inciso como Amor sempiterno de ellos . En el Catecismo de la Iglesia Católica, en las cuestiones referentes al Espíritu Santo (nn. 243-248), se presta especial atención a su origen. En concreto, la Procesión del Espíritu Santo se formula de las tres maneras en que ha venido a ser expresada a lo largo de la historia. Se recoge en primer lugar la fórmula del Concilio de Constantinopla sin la adición del Filioque , insistiendo en que la Iglesia reconoce al Padre como la fuente y el origen de la divinidad (n. 245); se entra a continuación en la explicación de la tradición latina del filioque , es decir, en el tratamiento de su historia y de su significado doctrinal (nn. 245-246): se indica, finalmente, la validez de la fórmula oriental según la cual el Espíritu Santo procede del Padre por el Hijo y su convergencia con la fórmula occidental.

B) RESUMEN
Hasta la proclamación del Símbolo niceno-constantinopolitano del 381:

      La época prenicena: los primeros testimonios (la liturgia bautismal y la liturgia eucarística, la profesión de fe trinitaria, la oración cristiana); Los Padres Apostólicos; Los Apologetas; S. Ireneo y la estructura trinitaria de la salvación; Dos grandes pensadores del siglo III (Clemente de Alejandría y Orígenes).

      Las herejías antitrinitarias: el Monarquianismo; el Subordinacionismo arriano; los Pneumatómacos.
      De Nicea a Constantinopla: El Concilio de Nicea y la consubstancialidad del Padre y del Hijo: “de la ousía del Padre”; “engendrado, no creado”; “de la misma naturaleza que el Padre”. El Símbolo Nicenoconstantinopolitano:  Santo; El Señor; Dador de vida o vivificador; Que procede del Padre; Se afirma la adorabilidad del Espíritu junto con el Padre y el Hijo; Que habló por los profetas.

Elementos de la teología trinitaria agustiniana:la noción de relación; la doctrina psicológica.Rasgos centrales de la elaboración sistemática trinitaria de Santo Tomás de Aquino: las procesiones divinas; las relaciones divinas; las personas divinas; las nociones y los nombres de las Personas Divinas :

La cuestión del “filioque ” en el pasado y en la actualidad: La teología latina se orientó desde sus comienzos hacia la afirmación de que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, ya tiempo antes de que se rompiera la comunión entre Oriente y Occidente. Durante siglos han coexistido las dos fórmulas pacíficamente en la Iglesia: ex Patre procedit y ex Patre Filioque procedit.

C) BIBLIOGRAFÍA
Lucas F. Mateo-Seco: Dios Uno y Trino, Eunsa, Pamplona, 1998.
J. M. Rovira Belloso: Tratado de Dios Uno y Trino, F. Villalobos, 82 Salamanca,1993.

TEMA 15

 LA TEOLOGÍA TRINITARIA CONTEMPORÁNEA

15.1. La Enseñanza Trinitaria del Concilio Vaticano II.
15.2. La Enseñanza Trinitaria de Juan Pablo II.
15.3. La Cuestión Teológica de la Relación entre Trinidad Inmanente y Trinidad Económica.
15.4. Teología de la Cruz y Reflexión Trinitaria.
15.5. Misterio de Trinidad y Espiritualidad Cristiana.

A) DESARROLLO
15.1. La Enseñanza Trinitaria del Concilio Vaticano II.
El Concilio Vaticano II se convoca como un concilio pastoral y eclesiológico, sin intención de tratar directamente las cuestiones trinitarias. Sin embargo, el misterio trinitario es un constante punto de referencia en la Teología del Concilio Vaticano II. Así, aunque desde el punto de vista estricto de la doctrina trinitaria no se intente hacer ninguna aportación, sí se presenta una doctrina importante en torno a la relación entre el misterio de la Trinidad y la historia de la salvación del hombre. La Trinidad está en el centro de la doctrina cristiana. Baste recordar el comienzo de la Constitución Lumen Gentium[123] con su grandiosa visión de la Iglesia en la que se manifiesta el designio salvador del Padre, la relación de la Iglesia con el misterio de la Trinidad, la descripción de la relación entre hombre y el misterio trinitario en la Constitución Gaudium et Spes[124], o el misterio trinitario como perspectiva en que se ha de leer la Sagrada Escritura en Constitución Dei Verbum[125].
El Concilio Vaticano II, con su mayor atención a la historia de salvación, desarrolla una teología trinitaria más bien en conexión con la visión económica del misterio trinitario. Al Padre se le atribuye el designio creador y salvador, el envío del Hijo y del Espíritu Santo, el llamamiento a participar en la filiación del Hijo. El Padre es el término y fin de la acción de Cristo y del Espíritu. Al Hijo se le asigna la revelación del Padre, redención, el don del Espíritu. Al Espíritu Santo se le asigna la santificación de la Iglesia y la de las almas, el produce la unidad en la Iglesia, la distribución de los dones y carismas, la configuración con Cristo.
La consideración del misterio trinitario a la luz de las misiones divinas ha dado nuevas fuerzas a la renovación de la pneumatología, precisamente al poner de relieve la actuación del Espíritu en la Iglesia. Esta misma perspectiva es la más adecuada para situar todo el misterio cristiano en un marco trinitario. La Iglesia es el Cuerpo de Cristo animado por el Espíritu. El cristiano se hace hijo de Dios en Cristo, por la acción del Espíritu Santo. Todo apunta hacia la estrecha relación entre la misión del Hijo y la misión del Espíritu.

15.2. La Enseñanza Trinitaria de Juan Pablo II.
Juan Pablo II ha prestado gran atención al misterio trinitario. Además de las amplias catequesis durante las audiencias los miércoles dedicadas a cada una de las divinas Personas, ha publicado una trilogía de encíclicas trinitarias de un denso contenido teológico que son: Redemptor hominis , Dives in misericordia y Dominum et vivificantem .
Estas encíclicas guardan entre sí una estrechísima unidad, tanto en la temática central -Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo-, cuanto en la mente y las intenciones del Papa. Se trata de tres documentos sucesivos, coordenados, dedicados a exponer contenidos centrales del misterio trinitario conectándolos con los aspectos ontológicos y económicos presentes en la revelación del misterio de Dios, es decir, sobre la de los hombres obrada por las tres Personas Divinas.
La trilogía de las Encíclicas trinitarias se sitúa teológicamente dentro de este contexto, en el que el misterio de Dios y el misterio del hombre son contemplados a la par, y penetrados racionalmente a la luz de la misericordiosa acción redentora. Y así, el estudio sobre Dios, en su ser y en su obra, es inseparable de lo que Él mismo ha querido mostrarnos en la donación del Hijo, es decir, en la asunción redentora de la vida humana hasta su muerte. De acuerdo con esto, la orientación teológica de la trilogía consiste en volver la vista hacia el misterio de Dios para contemplar en su raíz mas profundo el misterio del hombre.
En la primera de las Encíclicas (RH), el acento se pone en uno de los hilos conductores: la Encarnación redentora del Hijo.. Desde los primeros números de la RH, el hecho redentor es contemplado no sólo como misterio revelado sino como una luminosa verdad de fe en la que está la clave para conocer más al fondo a Dios y al hombre en sí mismo y en su mútua relación. El Papa descubre aquí un magnífico ejemplo de cómo se unen armónicamente el teocentrismo y el antropocentrismo, pues la apertura a Cristo, en cuanto Redentor del mundo, revela plenamente el hombre al ismo hombre. Él mismo encarna y personifica la misericordia de Dios hacia el hombre, de tal forma que el misterio pascual es el culmen de la revelación del inescrutable misterio de Dios. Así pues, puede decirse con justicia que Cristo mismo es el hilo conductor que da peculiar unidad a esta trilogía trinitaria.
En la segunda de las encíclicas (DM), Juan Pablo II ha mostrado el rostro compasivo del Padre que se inclina con la fuerza del perdón sobre las heridas del mundo. Esta misericordia del Padre se ha manifestado plenamente en la encarnación redentora del Hijo. Dice Juan Pablo II: Cristo confiere un significado definitivo a toda la tradición veterotestamentaria de la misericordia divina. No sólo habla de ella explicándola con semejanzas y parábolas, sino que además y ante todo, él mismo la encarna y personifica. Él mismo es, en cierto sentido, la misericordia[126]. La encarnación del Verbo no sólo es obra de caridad de Dios, sino también revelación suma de la misericordia divina hecha persona. Y el misterio pascual de Jesús es la cúspide de la revelación de la misericordia divina: es la ofrenda del Hijo al Padre misericordioso en el abrazo de la caridad del Espíritu Santo.
Juan Pablo II escribió la tercera de la trilogía trinitaria (DV) con la idea de que por amor, Cristo resucitado dona a su Iglesia el Espíritu Santo. En esta encíclica el Papa trata especialmente de la acción del Espíritu Santo en la historia de salvación de los hombres desde la creación hasta su plenitud en el juicio final. Y esto se expresa en los diversos pasajes concretos de la encíclica, como por ejemplos: El Espíritu es la fuente de la vida en la historia de la humanidad[127]. También el Papa trata sobre la obra del Espíritu Santo en el tiempo de la Iglesia, desde primer Pentecostés hasta nuestros días.
En su pontificado se destaca particularmente la labor teológica plasmada en el Catecismo de la Iglesia Católica. El Catecismo desarrolla la exposición de los artículos de la fe siguiendo el Símbolo de los Apóstoles, que se completa con el del Nicenoconstantinopolitano. Antes que nada, advierte de la importancia que tiene la expresión Creo en Dios, que es entendida como la afirmación de la existencia de un único Dios. Después de esto, insiste que la confesión de la unicidad de Dios es inseparable de la confesión de la existencia de Dios, el Catecismo presenta los atributos divinos en base a una concepción bíblica: Dios como único, personal, vivo, santo, misericordioso, verdad y amor[128].
El Catecismo considera brevemente las Personas del Padre y del Hijo[129] y después, se detiene en las cuestiones referentes al Espíritu Santo[130], prestando especial atención a su origen. En concreto, la procesión del Espíritu Santo se formula de las tres maneras en que ha venido a ser expresada a lo largo de la historia. Se recoge, en primer lugar, la fórmula del Concilio de Constantinopla sin la adición del Filioque , insistiendo en que la Iglesia reconoce al Padre como la fuente y el origen de la divinidad[131]; se trata a continuación en la explicación de la tradición latina del Filioque , es decir, en el tratamiento de su historia y su significado doctrinal[132]: se indica, finalmente, la validez de la fórmula oriental según la cual el Espíritu Santo procede del Padre por el Hijo y su convergencia con la fórmula occidental.
Tras esto, el Catecismo pasa a exponer el enunciado estricto del misterio trinitario, que se expresa en tres grandes proposiciones siguiendo el orden clásico: 1. La Trinidad es una; 2. Las Personas divinas son realmente distintas entre sí; 3. Las Personas divinas son relativas unas a otras[133]. Finalmente, el Catecismo dedica cuatro números[134] a explicar que las obras ad extra son comunes a las tres Personas y dan a conocer tanto las propiedades de las Personas divinas como su naturaleza única, insistiendo al mismo tiempo en la relación de la vida cristiana con el misterio trinitario.

15.3. La Cuestión Teológica de la relación entre la Trinidad inmanente y la Trinidad económica.
Las expresiones Trinidad inmanente y Trinidad económica tienen gran importancia en la teología trinitaria. Trinidad inmanente se refiere a la Trinidad considerada en sí misma, y Trinidad económica se refiere a la Trinidad en cuanto manifestada en la historia, mediante las misiones divinas. Es decir, Trinidad inmanente se hace Trinidad económica -se revela y se comunica al hombre- precisamente en las misiones de las Personas. Y las misiones remiten necesariamente al origen de la Persona enviada. Esto es así por la naturaleza misma del misterio trinitario y de la salvación del hombre.
En efecto, la salvación del hombre consiste en la unión personal con Dios en el diálogo de conocimiento y de amor mantenido con cada una de las Personas divinas, en cuanto distintas. Este diálogo no podría tener lugar si en su relación con nosotros las Personas divinas no manifestasen aquello que es propio, es decir, lo que pertenece a su origen. Las Personas divinas, en su actuación económica, remiten siempre a su procedencia eterna. El Hijo remite siempre a su filiación; el Espíritu remite siempre a su carácter de Amor y de Don. De ahí que la manifestación económica de la Trinidad constituya una manifestación de la Trinidad Inmanente.
Karl Rahner en su interpretación sobre la relación entre ambas, planteó un problema en su Grundaxiom, axioma fundamental, que no coincide con la doctrina de Iglesia. El axioma tiene dos partes: La primera, es la identificación entre La Trinidad económica y Trinidad inmanente y esto no ofrece dificultad alguna y se afirma en la teología de las misiones. En la segunda parte de su axioma -la identificaron entre Trinidad inmanente y Trinidad económica- Karl Rahner dice -y a la inversa no parece aceptable. Y aquí, la dificultad estriba no en que la Trinidad económica refleje a la Trinidad inmanente, sino en que la refleje de tal forma que se puede identificar con ella, es decir, la manifieste en su totalidad.
Yves Congar critica esta doctrina de Rahner, y argumenta que la Trinidad económica revela la Trinidad inmanente, pero no la revela en su totalidad, porque existe un límite: la encarnación tiene sus condiciones propias, derivadas de su naturaleza de obra creada. La argumentación es clara: las misiones, que manifiesta la Trinidad inmanente, no la manifiesta en su totalidad. De ahí que no se puede identificar con ella. La Trinidad económica manifiesta a la Trinidad inmanente, pero la Trinidad inmanente no es la Trinidad económica.
W. Kasper siguiendo los argumentos de Congar, argumenta que la axioma fundamental de Karl Rahner es ambigua y se presta a malentendidos. El argumenta que si se aplicase el Grundaxiom como axioma geométrico, la Trinidad inmanente estaría en peligro de disolverse en la historia. Él propone que Trinidad inmanente no se puede identificar con Trinidad económica, pues la Trinidad económica manifiesta a la inmanente por medio de la kénosis, en el mundo histórico en el que cuenta la libertad del hombre y la libertad de Dios.

15.4. Teología de la Cruz y la Reflexión Trinitaria.
La “Theologia Crucis” en su origen, es expresión acuñada por Lutero y es definida en contraposición a la “Theologia Gloriae”. Lutero llama “theologia gloriae” a la teología mística y a la teología especulativa. Esta teología es fundada en el conocimiento natural de Dios desarrollado en la teodicea, la cual que sería provisional, desapareciendo cuando se mostrase la Cruz. Sólo cuando se piensa a la vez en la cruz, afirma Lutero, el conocimiento de Dios por las obras de la creación es saludable.
Lutero llama “Theologia Crucis” la única y verdadera teología, ya que ahí se encierra el auténtico conocimiento de Dios. En su doctrina reformadora, llama “Teología Cruz” a un quehacer enmarcado por estos dos rasgos: incompatibilidad entre conocimiento natural y sobrenatural por una parte, y total alteridad de Dios con respeto al mundo, por otra. Esta alteridad conlleva, como consecuencia, que se presenta la fe tanto mas pura cuanto mas absurda parezca al sentido común, y que se diga que la justicia de Dios es tanto mas pura cuanto mas injusta aparezca. Eso explica que la cruz, a la vez suplicio y trono de gloria, sea considerada por Lutero unilateralmente como desgarramiento, y que él presente a Cristo como aplastado por la ira del Padre hacia Él, padeciendo auténticamente, en sustitución meramente legal, los tormentos del infierno.
La teología católica no admite el planteamiento dualista luterano de la oposición entre la theologia crucis y la theologia gloriae. Más bien, la revelación en la Cruz se constituye junto a la resurrección como el momento cumbre de la revelación divina de Dios de su amor y su misericordia. Dios ya se ha manifestado abundantemente antes de la Cruz. Pero la muerte de Cristo en la Cruz es la síntesis y el núcleo de su mensaje. La Cruz es el extremo al que puede llegar Dios en su amor difusivo, es la autodefinición insuperable de Dios. La Cruz revela, junto con el amor del Padre a los hombres, la actuación plena de la filiación divina de Jesús que, al entregarse voluntariamente a la muerte, responde con su devoción filial al Padre, y a la autodonación del Padre a su Hijo hecho hombre. La respuesta del Padre a la entrega de Cristo es la resurrección en la que recibe la glorificación que le constituye como “Señor”. Y en cuanto Señor, Cristo envía el Espíritu Santo a los hombres, a quienes, por el mismo Espíritu, da una participación en su propia gloria y, definitivamente, en la vida misma de Dios. El envió del Espíritu Santo -que no se puede separar del acontecimiento de la Cruz, muerte y resurrección de Cristo- expresa y realiza la plenitud escatológica de la vida, de la muerte y de la resurrección de Cristo. El Espíritu Santo es el perpetuo dador de sentido, de la verdad del misterio de Cristo para la Iglesia.

15.5. El Misterio Trinitario y Espiritualidad Cristiana.
Toda la vida cristiana se edifica sobre un hecho fundamental: “Dios nos invita a responder a su donación”. Este intercambio amoroso con la Trinidad tiene lugar ya en la tierra, pues por el Bautismo somos hechos nueva creatura en Cristo. Se trata de una nueva vida, que lleva en sí misma la tendencia a crecer y a desarrollarse hasta llegar a su plenitud en la vida del cielo. La nueva vida en Cristo no es algo futuro, sino algo ya presente y operante en el cristiano. El Espíritu habita en el alma en estado de gracia, derramando sobre ella sus dones, y sobre todo, la caridad que nos impulsa a gastar la vida por amor, en las tareas de cada jornada. Bajo la moción del Espíritu Santo, la vida interior del cristiano se va edificando sobre la realidad de su filiación divina en Cristo.
La vida cristiana exige, por eso, docilidad al Paráclito, que es enviado a nuestros corazones para llenarnos de caridad; exige afirmar la propia existencia en la roca de la filiación divina, matizando todos nuestros pensamientos y obras con el espíritu filial de quienes pueden dirigirse a Dios llamándole “Abbá” -la misma oración de Jesús-, por el Espíritu que nos ha sido dado.
La liturgia es el modelo sobre el que basar la piedad personal. Ahora bien, el objeto de la liturgia es la glorificación de la Trinidad. Este fue también el centro de vida y la muerte de Jesús: dar gloria al Padre mediante su obediencia y entrega. Inmersa en la actuación de Cristo, la liturgia tiene estructura esencialmente trinitaria. También la piedad de cualquier cristiano debe tener estructura trinitaria. En la liturgia, el bautismo se administra en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; las oraciones se dirigen al Padre, por el Hijo, en Espíritu Santo; los salmos se concluyen con la doxología trinitaria, que, a su vez, está universalmente presente en la oración de la Iglesia. Todas las celebraciones de los sacramentos y sacramentales manifiesta explícitamente que la salvación viene de la Trinidad y culmina en la unión con la Trinidad.
La verdad trinitaria pertenece también a la estructura más intima de todo el quehacer teológico -el teólogo dirige su mirada hacia el Dios que se ha revelado en Cristo-, también en su dimensión moral. Puede decirse con justicia que si la teología moral quiere ser autentica teología, debe reflexionar sobre Dios, sobre el mundo y el hombre desde un punto de vista muy preciso: la mútua donación personal existente entre Dios y el hombre, que alcanza su cima en la mútua inhabitación. La moral cristiana es la moral de hijos de Dios.
Los autores de la teología espiritual suele concebir la inhabitación trinitaria como el fundamento de la experiencia mística. San Juan de la Cruz piensa: la vida mística implicaría una experiencia -oscura de la fe- de la Trinidad que inhabita en nuestros corazones. Esta experiencia es a su vez, un anticipo del cielo.

B) RESUMEN
La Enseñanza Trinitaria del Concilio Vaticano II: Lumen Gentium, Gaudium et Spes y la Dei Verbum.
La Enseñanza Trinitaria de Juan Pablo II:Redemptor hominis , Dives in misericordia y Dominum et vivificantem .
La Cuestión Teológica de la Relación entre Trinidad Inmanente y Trinidad Económica: las expresiones Trinidad inmanente y Trinidad económica tienen gran importancia en la teología trinitaria. Trinidad inmanente se refiere a la Trinidad considerada en sí misma, y Trinidad económica se refiere a la Trinidad en cuanto manifestada en la historia, mediante las misiones divinas. Es decir, Trinidad inmanente se hace Trinidad económica -se revela y se comunica al hombre- precisamente en las misiones de las Personas. Y las misiones remiten necesariamente al origen de la Persona enviada. Esto es así por la naturaleza misma del misterio trinitario y de la salvación del hombre.
Teología de la Cruz y Reflexión Trinitaria: la teología católica no admite el planteamiento dualista luterano de la oposición entre la theologia crucis y la theologia gloriae. Más bien, la revelación en la Cruz se constituye junto a la resurrección como el momento cumbre de la revelación divina de Dios de su amor y su misericordia. Dios ya se ha manifestado abundantemente antes de la Cruz. Pero la muerte de Cristo en la Cruz es la síntesis y el núcleo de su mensaje. La Cruz es el extremo al que puede llegar Dios en su amor difusivo, es la autodefinición insuperable de Dios. La Cruz revela, junto con el amor del Padre a los hombres, la actuación plena de la filiación divina de Jesús que, al entregarse voluntariamente a la muerte, responde con su devoción filial al Padre, y a la autodonación del Padre a su Hijo hecho hombre.
Misterio de Trinidad y Espiritualidad Cristiana:toda la vida cristiana se edifica sobre un hecho fundamental: “Dios nos invita a responder a su donación”. Este intercambio amoroso con la Trinidad tiene lugar ya en la tierra, pues por el Bautismo somos hechos nueva creatura en Cristo. Se trata de una nueva vida, que lleva en sí misma la tendencia a crecer y a desarrollarse hasta llegar a su plenitud en la vida del cielo.

C) BIBLIOGRAFÍA:
Lucas F. Mateo-Seco : Dios Uno y Trino, Eunsa, Pamplona, 1998.
Antonio Aranda (de.) : Trinidad y salvación: Estudios sobre la trilogía trinitaria de Juan Pablo II.

Cesar Izquierdo Urbina: Teología Fundamental, Eunsa, Pamplona, 1998.

Suma teologica