TEMA 23: MARÍA, MADRE DE DIOS Y MADRE
NUESTRA
23.1. Maternidad divina de María.
23.2. Concepción Inmaculada - Plenitud
de santidad.
23.3. Virginidad perpetua.
23.4. Participación de María en la obra
salvifica de Cristo.
23.5. Cooperación de María a la
Redención in facto esse (redención subjetiva)
23.5. Asunción al cielo.
23.6. Santa María, Mediadora y
Corredentora.
23.7. Madre de la Iglesia.
A) DESARROLLO
23.1. Maternidad Divina de María.
Introducción
1) La maternidad divina ha de
entenderse como la misión que Dios confió a Santa María de ser Madre de Dios.
(Theotokos). Y es tal porque engendró según la carne al Verbo de Dios hecho
carne. Es Madre de Dios no porque la naturaleza del Verbo o su divinidad haya
tomado de la Santa Virgen el principio de su existencia; sino porque nacido de
ella el santo cuerpo animado del alma racional a la que el Verbo se unió según
la hipóstasis, se dice que el Verbo ha sido engendrado según la carne.
2) El Hijo de Dios engendrado
eternamente del Padre según la divinidad, es el mismo que al final de los días
fue engendrado de la Virgen María según la humanidad. Hubo una unión de dos
naturalezas. En virtud de esta noción de “unión” sin mezcla confesamos que la
Virgen María es Madre de Dios.
3) En razón de esta maternidad es como
María aparece junto a Jesús en las Sagradas Escrituras. Su maternidad
constituye su razón de ser, la más profunda razón de su existencia y del lugar
que ocupa en el plan divino de salvación; es el misterio central de la vida de
Nuestra Señora en el que se fundamenta los demás misterios concernientes a
ella.
Fundamentación Escriturística
En la Sagrada Escritura no se afirma
explícitamente que María es la Madre de Dios; sí se la llama la Madre de Jesús
o la Madre del Señor. Sin embargo en esos mismos escritos se dice que Jesús es
el Hijo de Dios. En la Sagrada Escritura esta enseñanza está directamente
referida a la verdad cristológica.
Lc. 1, 35: “auténtica maternidad
divina, tiene su origen en una intervención extraordinaria de Dios”.
Gal. 4, 4-6: “sostiene de manera
implícita, pero clara la maternidad divina”.
Luc. 1, 43: “visitación” la Madre
de mi Señor (Kyrios) es sinónimo de Dios.
Concilios
Nicea (325) Nestorio: patriarca de
Constantinopla (428-451), recibe su formación teológica en la Escuela de
Antioquía de Siria, que se distingue por su defensa de la fe contra el
apolinarismo. Pero consideraban la unión de lo humano y lo divino en Cristo de
una manera extrínseca. El comparte esta idea doctrinal, aconseja no dar a Santa
María el título de Madre de Dios (Theotokos) y lo sustituye por el de Madre de
Cristo (Christotokos), lo que le llevó a negar la maternidad divina de Santa
María. Fue una mala apreciación teológica, por considerar en Cristo dos
naturaleza en sí mismas subsistentes, cree que hay una persona divina y una
humana, si bien unidos, pero con una unión física o moral. De estos
presupuestos brota lógicamente la negación del título de Madre de Dios, pues
ella sería del simple hombre, de una persona humana, aunque especialmente unida
a la Persona del Verbo. Los Padres no vacilaron llamar Madre de Dios
(theotokos) a la Santa Virgen, no porque la naturaleza del Verbo, o su
divinidad haya tomado de la Santa Virgen el principio de su existencia, sino
porque ha nacido de ella el santo cuerpo animado de alma racional a la que el
Verbo se unió según la hipóstasis, se dice que el verbo ha sido unido según la
carne. En Éfeso no se redactó una nueva profesión de fe, sino que se insistió
en la fórmula de Nicea, el texto de mayor importancia doctrinal en Éfeso, es la
segunda Carta de San Cirilo a Nestorio. En este Concilio que eminentemente
cristológico y sólo indirectamente mariológico se definió dogmáticamente María
como la Theotokos.
Constantinopla (381) (...) Se encarnó
por obra del Espíritu Santo y María Virgen y se hizo hombre. Afirmándose tanto
la maternidad divina, como su maternidad virginal.
Calcedonia 451). El Hijo que antes de
los siglos es engendrado por el Padre en cuanto a la divinidad... es engendrado
de María virgen en cuanto humanidad.
Síntesis
1) Verdadera maternidad divina: a) es
una auténtica maternidad biológica, humana y natural. b) Al mismo tiempo, esta
maternidad es plenamente sobrenatural; tanto en cuanto al modo, como en cuanto
a la causa.
2) En la historia de la mariología se
pone de relieve cómo la maternidad de Santa María fue considerada primero en su
connotación más estricta en el hecho de haber concebido y dado a luz; después
el ejercicio de esta maternidad a lo largo de toda la historia del Señor, sobre
todo al pie de la Cruz.
23.2. Concepción Inmaculada. Plenitud
de Santidad.
Introducción
1) En el mismo designio eterno en el
que Dios decidió la Encarnación de su Hijo, se encuentra también la elección de
santa María como Madre del Verbo encarnado. Designio que afecta esencialmente a
la forma en que el Verbo se hace carne y a la forma de la maternidad de Santa
María.
2) Ha de entenderse esta verdad como un
modo interno de esta maternidad y no como una gracia extrínseca, en atención a
la dignidad de la maternidad divina.
3) Entre los privilegios que Dios ha
otorgado a la Virgen María, - en atención a su excelsa dignidad de Madre de
Dios y en virtud de los méritos de su Hijo Jesucristo- está su Inmaculada
Concepción. Estos privilegios están relacionados y hacen referencia a la misma
santidad que convenía a María en orden a la misión de ser Madre de Dios.
Tanto la expresión panhagia como el
paralelismo Eva-María son dos formulaciones en las que se encuentran
explícitamente la afirmación acerca de su Inmaculada Concepción.
4) Esta santidad plena comporta dos
aspectos inseparables: a) Negativo: la preservación de todo pecado, tanto original
como personal; b) Positivo: la plenitud de gracia recibida.
Dentro del proceso histórico resalta el
panegírico de Teoteknos de Libia; como la primera afirmación explícita en torno
a la Inmaculada Concepción.
Fundamentación Escriturística
Gen 3,15. En esta perícopa existe un
perfecto paralelismo entre la enemistad de la mujer con el diablo y la
enemistad del descendiente de la mujer —el Mesías— con la serpiente.
Lc 1,28. Kekharitomene, expresa la
plenitud de gracia desde el momento primero de su concepción.
Lc 1,42.: la exaltación de la Virgen
procede de la excelencia de Jesús.
Definición Dogmática
Promulgada por Pío IX el día 8 de
diciembre de 1854. La fórmula definitoria dice así:
“Declaramos, proclamamos y definimos
que la doctrina que sostiene que la bienaventurada Virgen María fue preservada
inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su
concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a
los méritos de Cristo Jesús salvador del género humano, está revelada por Dios
y debe ser, por tanto, firme y constantemente creída por todos los fieles”.
Esta definición dogmática contiene
varias afirmaciones:
a) La persona de María y no sólo el
alma.
b) El dogma se refiere a la concepción
pasiva de María, es decir, en el seno de su madre y alude al mismo momento de
la concepción, o sea, cuando se produce la infusión del alma.
c) El hecho de ser preservada de pecado
original fue un don absolutamente singular.
d) La causa meritoria de la Inmaculada
Concepción es el mérito de Cristo.
Síntesis
1) La piedad cristiana a visto en la
Misión materna de María, la razón profunda de la santidad y la plenitud de
gracia desde el primer instante de su concepción.
2) En el mismo designio eterno en que
Dios decidió la encarnación de su Hijo se encuentra también la elección de
María.
3) La santidad plena de María comporta
dos aspecto inseparables: la preservación de todo pecado y la plenitud de
gracia recibida.
23.3. Virginidad Perpetua.
Introducción
1) El carácter virginal perpetuo de
María que así confiesa la Iglesia, comprende tres momentos (antes, en y después
del parto) de un único misterio en la que la Virgen María permaneció inmune de
toda mancha de pecado.
2) Es cierto que la concepción virginal
de Jesús no habría sido necesaria para la encarnación del Logos. Pero aquella
fue dispuesta por la libre voluntad salvífica de Dios, esta concepción es un
signo del carácter gratuito de la Redención.
3) La naturaleza de esta virginidad
implica: a) integridad corporal de una persona que no ha tenido comercio sexual
(concepción científica de la virginidad); b) entrega total de la persona, alma
y cuerpo, mente y corazón a Jesucristo (concepción neotestamentaria).
4) Sentido de la Virginidad: a) hecho
que afecta tanto a sus sentimientos, afectos y pensamientos “virginidad
espiritual”; b) igualmente a su cuerpo y ha de entenderse realmente, no
metafóricamente “virginidad física”.
5) Lo que la Iglesia enseña como verdad
revelada es lo siguiente: a) absoluta y perfecta integridad corporal de la
Virgen; b) Virginidad del alma.
6) El Dogma supone: a) que María
concibió milagrosa y virginalmente por el poder omnipotente de Dios; b) que dio
a luz sin perder su virginidad en el nacimiento de su Hijo; c) que María
después del nacimiento de Cristo permaneció virgen durante toda su vida
terrena.
Fundamentación Escriturística
a) Virginidad antes del parto
Is 7,14: en este texto las formas
verbales “concebirá” y “dará a luz” se aplican a un mismo sujeto: la Virgen.
Mt 1,18-24 se nos dice que la concepción
de Cristo se realizó virginalmente, sin concurso de varón, por obra del
Espíritu Santo.
b) Virginidad en el parto
Lc 1,35b
Lc 2,7
c)Virginidad después del parto
(virginidad perpetua).
Jn 19,25 ss
Jesús confía María a su discípulo
amado; este hecho ha sido considerado por los padres como una constatación de
que María no tuvo otro hijo.
Síntesis
1) Es una afirmación contenida en la
Sagrada Escritura y en la Tradición.
2) La concepción virginal de María no
es necesaria para la encarnación del Logos; sino que brota de la libre voluntad
salvífica de Dios.
3) La virginidad de María es totalmente
excepcional, milagrosa e irrepetible.
4) Es totalmente y siempre,
Madre-Virgen.
5) La virginidad en María se extiende
desde la concepción, es decir antes, en y después.
6) La afirmación de esta verdad incluye
la virginidad corporal y no solo se dice espiritualmente.
23.4 Participación de María en la obra
salvífica de Cristo
Los títulos con más tradición en la
Teología para designar la cooperación de Santa María en la obra de la salvación
son su Maternidad espiritual y su
Mediación universal
I. La Maternidad Espiritual.
El CVII enseña que María es verdadera
Madre de los hombres en el orden de la gracia, porque coopera a la vida y al
crecimiento espiritual de los fieles. La Virgen colabora con Cristo en un plano
subordinado y dependiente de El, pero de modo verdadero. No sería correcto
sostener que María es nuestra Madre por adopción, como si nos hubiera adoptado
al pie de la Cruz, pues María no es madre por un simple título legal, sino que
nos comunica una verdadera vida en el orden sobrenatural.
a) Bases bíblicas de la maternidad
espiritual[237]
1. Las Bodas de Caná (Jn 2, 1ss). Todo
este episodio se encuadra en la perspectiva de María como madre . Como madre
actúa también el Hijo y ante los servidores.
2. María al pie de la Cruz (Jn
19,25-27). Las palabras por Jesús otorgan a María una misión que está en íntima
conexión con la obra redentora, que el Señor consuma en aquellos momentos.
b) Magisterio
Lo más destacable es lo que se puede
extraer de una lectura atenta del capítulo VIII de Lumen Gentium: la doctrina
de la maternidad espiritual impregna toda la doctrina mariológica expuesta en
dicho capítulo (leer por ejemplo el n. 57).
c) Fundamento teológico de la
maternidad espiritual
Hay varios motivos por los que se
deduce que a María le compete ser Madre espiritual de todos los hombres:
1. Por ser Madre física de Jesús. María
al concebir a su Hijo, a la vez, concibe a todos los que, a lo largo del
tiempo, constituiremos el Cuerpo Místico. María engendra y da a luz físicamente
a Jesús, Cabeza del “Cristo total; a nosotros, miembros del Cuerpo, nos origina
espiritualmente.
2. Por su cooperación en la obra
salvadora. María al asociarse como nueva Eva a su Hijo, participa activamente
en la Redención, como de forma activa intervino Eva en la caída del género
humano. Puede afirmarse así que María es causa de nuestra vida sobrenatural;
por tanto, en el plano sobrenatural, María es verdadera Madre nuestra.
3. Por su presencia al pie de la Cruz.
Allí María, aceptando “el testamento de la Cruz”, con su muerte mística,
alumbró a la humanidad a la vida sobrenatural de la gracia.
d) Naturaleza de la maternidad
espiritual
Hay que sostener que María es madre de
todos los hombres en un sentido real y no metafórico o de simple adopción.
Podemos decir que María es nuestra Madre en tres sentidos:
1. Sentido propio, porque nos comunica,
aunque de forma subordinada, la vida sobrenatural.
2. Sentido espiritual, no físico o
biológico, como lo es de Cristo, pues nos da la vida del espíritu y no la de la
carne.
3. Sentido formal, no meramente
material, porque ha aceptado voluntariamente ser Madre y nos ayuda a lograr la
vida de la gracia.
II. La Mediación Materna de Santa María
La mediación materna de María incluye
dos aspectos: su cooperación en la Redención in fieri o Redención objetiva (la
adquisición de la gracia por medio de la Redención) y su cooperación en la
Redención in facto esse o redención subjetiva (la distribución de las gracias a
las personas) (que se explica en el punto 6). Antes de continuar hay que
precisar qué entendemos por mediadora. Se denomina mediadora a aquella persona
que se ocupa de unir dos o más personas entre sí o de volver a unirlas, si
habiéndolo estado, ahora están separadas por una discordia. Para ser mediador
se requieren dos cosas: a) la razón de medio entre dos extremos, que exige que
el mediador convenga en algo con las partes a unir, y difiera en algo de ellas;
y b) el oficio de unir los dos extremos.
María es verdadera y propiamente
mediadora, porque Ella cumple las dos condiciones que se acaban de exponer.
Ella se encuentra como medio entre Dios y los hombres: por ser Madre de Dios,
se distingue de las demás criaturas; mientras que por su condición de persona
humana, se aleja de Dios y se asemeja a los hombres. Ella cumple también el
oficio de unir, porque por su fiat consiguió que el Hijo de Dios asumiese la
naturaleza humana y logró con ello que Dios se acercara al hombre, y a la vez
que el hombre se uniera a Dios.
Cooperación de María a la Redención
objetiva
a) Para el CVII (LG nn. 55-62) la
participación de María en la obra salvadora de Cristo no es algo accidental o
accesorio, sino un hecho predestinado desde toda la eternidad en el plan divino
redentor. La doctrina conciliar sobre la asociación de María a la obra de
Cristo se puede resumir en los puntos siguientes:
1. Es voluntad expresa de Dios que “así
como la mujer contribuyó a la muerte, también la mujer contribuyera a la vida.
Lo cual se cumple de modo eminente en la Madre de Jesús por haber dado al mundo
la Vida misma”.
2. María no fue un instrumento
meramente pasivo en las manos de Dios, sino que cooperó a la salvación de los
hombres con fe y obediencia libres.
3. La unión de la Virgen con su Hijo en
la obra de la salvación abarca toda su vida y especialmente desde la
Anunciación hasta la muerte de Cristo.
4. María cooperó en forma del todo
especial a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la
ardiente caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas.
5. En el momento de la consumación de
nuestra Redención, no sin designio divino, María estuvo erguida junto a la
Cruz, sufriendo y asociándose con entrañas de madre a su sacrificio y
consintiendo amorosamente a la inmolación de la víctima.
(Para profundizar en el tema de la
cooperación en la Redención objetiva se pueden estudiar las diversas posiciones
de los teólogos contemporáneos en J. L. BASTERO, María, Madre del Redentor, pp.
292ss).
b) Naturaleza de la cooperación de María
El CVII no intentó resolver las
cuestiones debatidas entre las diversas escuelas teológicas respecto a la
naturaleza de la cooperación de María (si es mediata o inmediata, pasiva o
activa, …). Se limitó mas bien a enunciar los elementos esenciales, mantenidos
por la fe común de la Iglesia, proponiendo algunas precisiones teológicas y
metodológicas sobre el tema. Algunas de esas precisiones son:
1. Cristo es el único Mediador (1 Tim
2, 5-6).
2. La mediación mariana no oscurece la
mediación de Cristo, ni la aumenta ni la disminuye.
3. La mediación de María no es
absolutamente necesaria; proviene del querer divino y procede de la
sobreabundancia de los méritos de Cristo.
4. La mediación de María no es una
mediación intermedia entre los hombres y Cristo; al contrario es una mediación
indisolublemente unida a la de Cristo y absolutamente dependiente de ella.
5. La cooperación de María en la obra
del Redentor es diversa a la de las demás criaturas: es una cooperación
eminente y singular.
La cooperación de María a la Redención,
por tanto, aunque querida por Dios, es sin embargo:
1. Secundaria: ya que la salvación de
los hombres no se puede atribuir de igual a Cristo y a María: a Aquel
principalmente y a Esta secundariamente;
2. Dependiente: porque la eficacia de
las acciones de María se basa en los méritos de Cristo y de ellos depende
intrínsecamente;
3. Por sí misma insuficiente: pues las
acciones de Cristo son de valor infinito y sobreabundante, para satisfacer a la
justicia divina. Las acciones de María no añaden intrínsecamente ningún valor a
los méritos y satisfacciones del Señor;
4. Hipotéticamente necesaria: Dios
habría podido redimirnos exclusivamente por los méritos de Cristo, sin la
cooperación de María. Pero, como ha dispuesto asociar a María a la obra redentora,
es necesario hipotéticamente que los méritos y satisfacciones de la Virgen se
unan a los de su Hijo, como precio de la liberación de los hombres.
23.5 Cooperación de María a la
Redención in facto esse (redención subjetiva)
a) Se puede decir que la misión de
distribuir las gracias por parte de María es una consecuencia de su asociación
a la Redención y de su maternidad espiritual. Ella, por voluntad divina,
subordinada a Cristo, aplica a los hombres todas las gracias obtenidas en la
Redención. La mayoría de los autores sostienen que María distribuye todas las
gracias a los hombres de un modo directo e inmediato. La afirmación de que
María es la mediadora universal de las gracias ha sido constante en el
magisterio reciente: todas las gracias obtenidas en la redención se nos otorgan
a través de Santa María (León XIII); Ella es “el cuello” que une la Cabeza al
cuerpo (S. Pío X); …
b) Fundamento teológico de la
dispensación mariana de las gracias
La intercesión y dispensación de las
gracias por parte de la Virgen se fundamenta en las siguientes prerrogativas:
1. La maternidad divina. Cuando María
con su fiat dio el consentimiento para que se encarnara el Verbo divino, se
vinculó para siempre a la misión de su Hijo mediante “una entrega total de sí
misma, de su persona, al servicio de los planes salvíficos del Altísimo…”.
2. Por su cooperación a la Redención.
Puesto que María coopera en la Redención, debe cooperar también en la
distribución de las gracias obtenidas en la Redención.
3. Por su maternidad espiritual. La
maternidad supone la donación de la vida, en este caso, espiritual —por medio
de la gracia santificante— y juntamente debe suministrar los medios oportunos
para la conservación y desarrollo de ella —a través de las gracias actuales—.
Juan Pablo II señala tres
características de la mediación mariana (Redemptoris Mater, nn. 38-40):
1. Es una mediación participada: la
mediación de María es una participación de la única fuente que es la mediación
de Cristo mismo.
2. Es una mediación materna: la mediación
de María está íntimamente unida a su maternidad y posee un carácter
específicamente materno que la distingue del de las demás criaturas.
3. Es una mediación universal: la
cooperación de María participa, por su carácter subordinado, de la universalidad
de la mediación del Redentor, único mediador.
23.6. Asunción al Cielo.
Introducción
1) Este es un privilegio distinto de
los anteriores, porque la glorificación del cuerpo y del alma es algo a la que
están destinados todos los hombres, el privilegio consiste que en María se ha
dado anticipadamente.
2) Desde los primeros siglos de la
Iglesia existe en los cristianos el sentir común de que María es la primera
redimida por Cristo y tal redención fue de forma eminente. En ella llega a su
plenitud y se manifiesta en toda su perfección la redención operada por Cristo.
3) Su glorificación solo encuentra
marco adecuado en su referencia maternal a Cristo y al puesto que como Madre,
ocupa en la salvación de los hombres.
4) Argumento de Tradición: esta verdad
no se encuentra de forma explícita en ningún texto de la Sagrada Escritura.
Esta verdad se halla testimoniada principalmente en la tradición: a) durante el
siglo IV se sostiene que el cuerpo de María no fue sometido a la corrupción; b)
San Epifanio de forma explícita, se inclina por su asunción corporal al Cielo;
c) en la liturgia se observa una evolución de Dormición a Asunción. En oriente
está generalizada desde el siglo VI; en occidente VII y VIII. d) Pablo VI
señala que el privilegio consiste en la anticipación. e) La Iglesia excluye una
explicación de este dogma que quite lo que le es propio: la anticipación. Uno
de los testimonios y argumentos más claro y válidos que atestiguan la fe
católica, en la Asunción de María es la solemne y antiquísima fiesta que
comenzó a celebrarse en Oriente en el siglo IV bajo el nombre de koimesis o
domisis.
Constitución “Munificentissimus Deus”
Promulgada por Pío XII el 1º de
noviembre de 1950. El texto de la definición dice así:
“Proclamamos, declaramos y definimos
ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen
María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la
gloria celestial”.
Se pueden destacar los términos
principales de esta fórmula definitoria:
María: es la persona de la Virgen la
que fue asunta en toda la plenitud de su ser.
Cumplido el curso de su vida terrena:
estas palabras fueron intencionadamente escogidas para prescindir, en la
definición, de si María murió o no.
Fue asunta: asunción (de assumptio),
designa aquí la acción de trasladar, elevar, o subir a María. Esta asunción no
se realiza por virtud propia (como sucedió en la Ascensión del Señor), sino por
virtud y acción de otro; es Dios quien asciende a María.
En cuerpo y alma: son los dos elementos
que constituyen la unidad del ser humano. María fue asunta y glorificada en
toda la plena realidad existencial de su ser. El dogma definido se centra,
especialmente, en la glorificación corporal de la Virgen.
Fundamentación Escriturística (en
sentido asuncionista).
Gen 3,15. Parte esencial e histórica de
esa victoria fue la Resurrección de Cristo; de ahí que se pueda concluir
también la glorificación del cuerpo de María, asociada plenamente, como la
Nueva Eva, a la victoria del Kyrios.
Lc 1,28. El arcángel Gabriel llama a
María “llena de gracia”. A esta plenitud de gracia debe corresponder la
plenitud de gloria, también corporal. Además la “bendita entre todas las
mujeres” (Lc 1.42) debía quedar exenta de toda maldición del pecado.
Ap 12,1. Nos presenta una gran señal
que aparece en el cielo: la mujer vestida de sol y la luna bajo sus pies, y
sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Se entiende en sentido
asuncionista.
23.7 María, Mediadora y Corredentora.
1) Los títulos de mediadora y
corredentora hacen referencia al papel de María en la consecución y
distribución de la gracias. Con su asunción a los cielos no abandonó su misión
salvadora, sino que continúa procurándonos con su múltiple intercesión los
dones de la salvación eterna.
2) En efecto, uno solo es nuestro
Mediador, pero la misión maternal de María con los hombres, de ninguna manera
disminuye a la única mediación de Cristo, sino que manifiesta su plena
eficacia.
3) Todo influjo de la Santísima Virgen
María en la salvación de los hombres no tiene su origen en ninguna necesidad
objetiva, sino en que Dios quiso así.
4) Esta mediación brota de la
sobreabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende
totalmente de ésta y de ella saca toda su eficacia, la unión inmediata de los
creyentes con Cristo.
23.7. Madre de la Iglesia.
1) Este título aparece poco en la
literatura cristiana de los siglos pasados, solo fue apareciendo en la
medida en que se profundiza en la doctrina del Cuerpo Místico de Cristo.
2) Benedicto XIV, primer pontífice
que afirmó la maternidad sobre la Iglesia.
3) Es sin embargo Pablo VI en la
clausura del Vaticano II cuando el título queda definido: “para gloria de la
Sma. Virgen y para consuelo nuestro proclamamos a María Santísima Madre de la
Iglesia, es decir Madre de todo el pueblo cristiano, tanto de los fieles como
de los pastores...” La idea del Papa es mostrar a María no sólo como Madre de
los fieles sino del Cuerpo Místico en su unidad y totalidad. La Maternidad
sobre cada uno de los hombres presupone la maternidad sobre la Iglesia. María
por ser Madre de Cristo es Madre de la Iglesia.
4) Las razones que fundamentan la
maternidad sobre la Iglesia son: a) Por la teología del Cuerpo Místico de
Cristo; b) Esta prerrogativa no es nueva para la piedad de los fieles
cristianos; antes bien con este nombre y con preferencia a cualquier otro los
fieles acostumbran a dirigirse a María; c) A raíz de la insistente petición.
5) La base teológica de esta verdad
son: a) la Maternidad y la Misión materna de María sobre el Pueblo de Dios.
6) Este título no es menos necesario
para la comprensión del misterio de la Iglesia.
7) Sentido en que se dice que María es
Madre de la Iglesia:
a) En primer lugar se dice que es Madre
de la Iglesia porque Ella engendra al Hijo, cabeza del Cuerpo de la Iglesia.
Esta maternidad se comunica a la Iglesia en virtud de la unión estrecha que se
da entre la Cabeza y sus miembros.
b) Se debe decir que la maternidad de
María sobre la Iglesia no merma su condición de miembro excelso del Cuerpo
Místico de Cristo, sino que le enriquece, a la vez que decimos que no es un
miembro más, sino primicia y prototipo de ella.
c) La divina Maternidad es el
fundamento de su especial relación con Cristo, también constituye el fundamento
principal de las relaciones de María con la Iglesia, “por ser Madre de Aquel
que desde el primer instante de la Encarnación en su seno virginal, se
constituyó Cabeza de su cuerpo Místico, que es la Iglesia”.
B) RESUMEN
Maternidad Divina de María.
- Verdadera maternidad divina: a) es una
auténtica maternidad biológica, humana y natural. b) Al mismo tiempo, esta
maternidad es plenamente sobrenatural; tanto en cuanto al modo, como en cuanto
a la causa.
- En la historia de la mariología se
pone de relieve cómo la maternidad de Santa María fue considerada primero en su
connotación más estricta en el hecho de haber concebido y dado a luz; después
el ejercicio de esta maternidad a lo largo de toda la historia del Señor, sobre
todo al pie de la Cruz.
- La maternidad es la razón de ser de
la existencia misma de la Virgen; a la vez que es raíz y fundamento de todas
las demás gracias recibidas en orden a su misión.
Concepción Inmaculada. Plenitud de
Santidad.
Definición Dogmática: “Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que
sostiene que la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda
mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular
gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo
Jesús salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser, por tanto,
firme y constantemente creída por todos los fieles”.
Síntesis
La piedad cristiana a visto en la
Misión materna de María, la razón profunda de la santidad y la plenitud de
gracia desde el primer instante de su concepción; en el mismo designio eterno
en que Dios decidió la encarnación de su Hijo se encuentra también la elección
de María; la santidad plena de María comporta dos aspecto inseparables: la
preservación de todo pecado y la plenitud de gracia recibida.
Virginidad Perpetua.
Es una afirmación contenida en la
Sagrada Escritura y en la Tradición; la concepción virginal de María no es
necesaria para la encarnación del Logos; sino que brota de la libre voluntad
salvífica de Dios; la virginidad de María es totalmente excepcional, milagrosa
e irrepetible; es totalmente y siempre, Madre-Virgen; la virginidad en María se
extiende desde la concepción, es decir antes, en y después; a afirmación de
esta verdad incluye la virginidad corporal y no solo se dice espiritualmente.
Asunción al Cielo.
El privilegio consiste que en María se ha dado anticipadamente;
desde los primeros siglos de la Iglesia existe en los cristianos el sentir
común de que María es la primera redimida por Cristo y tal redención fue de
forma eminente; su glorificación solo encuentra marco adecuado en su referencia
maternal a Cristo y al puesto que como Madre, ocupa en la salvación de los
hombres; argumento de Tradición.
Constitución “Munificentissimus Deus”: “Proclamamos, declaramos y definimos ser
dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen
María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la
gloria celestial”.
Fundamentación Escriturística: Gen 3,15; Lc 1,28; Ap 12,1.
María, Mediadora y Corredentora.
Los títulos de mediadora y corredentora
hacen referencia al papel de María en la consecución y distribución de la
gracias; la misión maternal de María no disminuye a la única mediación de
Cristo, sino que manifiesta su plena eficacia; porque Dios lo quiso así; Brota
de la sobreabundancia de los méritos de Cristo.
Madre de la Iglesia.
Fue apareciendo en la medida en que se
profundiza en la doctrina del Cuerpo Místico de Cristo; Benedicto XIV,
primer pontífice que afirmó la maternidad sobre la Iglesia; con Pablo VI el
título queda definido; razones que fundamentan la maternidad sobre la Iglesia
son: a) Por la teología del Cuerpo Místico de Cristo; b) Esta prerrogativa no
es nueva para la piedad de los fieles cristianos; antes bien con este nombre y
con preferencia a cualquier otro los fieles acostumbran a dirigirse a María; c)
A raíz de la insistente petición; la base teológica de esta verdad son: a) la
Maternidad y la Misión materna de María sobre el Pueblo de Dios; este título no
es menos necesario para la comprensión del misterio de la Iglesia; sentido en
que se dice que María es Madre de la Iglesia: en primer lugar se dice que es
Madre de la Iglesia porque Ella engendra al Hijo, cabeza del Cuerpo de la
Iglesia; se debe decir que la maternidad de María sobre la Iglesia no merma su
condición de miembro excelso del Cuerpo Místico de Cristo, sino que le
enriquece; la divina Maternidad es el fundamento de su especial relación con
Cristo, también constituye el fundamento principal de las relaciones de María
con la Iglesia.
C) BIBLIOGRAGÍA
OROZCO, Antonio, “Madre de Dios y Madre
Nuestra”, Rialp, 2da. ed.
SCMAUS, Michael, “El Credo de la
Iglesia Católica”.
AAVV, “El Misterio de Jesucristo”,
Eunsa.
BASTERO, Juan Luis, “María, Madre del
Redentor”. Eunsa.
TEMA 24: LA IGLESIA DE CRISTO
24.1 Cristo, fundamento y Fundador de
la Iglesia.
24.2 Reino de Dios e Iglesia en la
predicación de Jesús.
24.3 Aspectos del misterio de la
Iglesia.
24.4 Notas de la Iglesia.
24.5 La Iglesia, Pueblo de Dios y
Cuerpo Místico de Cristo.
24.6 Misión de la Iglesia.
A) DESARROLLO
24.1 Cristo, fundamento y Fundador de
la Iglesia
La Iglesia es una obra ad extra de la
Trinidad. Su primer origen está en el libérrimo y arcano decreto del Padre eterno
que decide elevar a los hombres a la participación de su vida divina[238]. Así,
Cristo junto con el Padre, envió el Espíritu Santo para que santificara a su
Iglesia, la impulsara a su propia expansión[239]. De este modo la Iglesia
aparece como un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo.
Cristo no sólo es el fundador sino el
fundamento “Pues del costado de Cristo dormido en la Cruz nació el sacramento
admirable de toda la Iglesia”[240] y es el fundamento constante de su
Iglesia. La fundación de la Iglesia no se puede ver en un acto exclusivo de
Jesús. No hay que pensar en un acto solemne mediante el cual la Iglesia hubiera
sido proclamada, pues, no existe tal acto formal. La Iglesia creció a lo largo
de la vida de Jesús conforme a su voluntad creadora y a su voluntad de extender
el amor del Padre, que comparte con el Espíritu Santo, a todo el mundo. Pero
ciertas acciones particulares de Jesús tienen especial significación, ya que
revelan de modo especial su voluntad de fundar la Iglesia. Estos actos de Jesús
se pueden clasificar de la siguiente manera:
Actos de Cristo que preparan la Iglesia
(Actos preparatorios):
1) La constitución de la comunidad de
los discípulos. “El germen y el comienzo del Reino son el pequeño rebaño de los
que Jesús ha venido a convocar en torno suyo y de los que él mismo es el pastor
. Constituyen la verdadera familia de Jesús[241].
2) Elección y misión de los “Doce”. “El
Señor Jesús dotó a su comunidad de una estructura que permanecerá hasta la
plena consumación del Reino. Ante todo está la elección de los Doce con Pedro
como su Cabeza; puesto que representan a las doce tribus de Israel, ellos son
los cimientos de la nueva Jerusalén. Los Doce y los otros discípulos participan
en la misión de Cristo, en su poder, y también en su suerte”[242].
3) Vocación y misión de Pedro. Existe
una voluntad explícita de Cristo que entre ellos haya uno que sea la Roca que
dé consistencia (en los Evangelios Pedro siempre aparece en primer lugar) y que
debe confirmar a sus hermanos. Tras la confesión de Pedro aparece la promesa de
que Cristo edificará su Iglesia sobre la persona de Pedro y también sobre la Fe
en que él es el Mesías.
La Última Cena del Señor en cuanto acto
anticipador y recapitulador:
La Última Cena es el acto
fundacional que da sentido a los otros porque la Nueva Iglesia surge por la
entrega de Cristo y la participación de los creyentes en ese tomar el cuerpo
que es anticipada en la Última Cena. Se presenta al pueblo como la Nueva
Alianza con el encargo de hacerlo en su conmemoración.
Los “Actos de Colación” de Cristo
resucitado:
1) Manda , con todo el poder del Cielo,
perdonar los pecados como fruto de la Cruz.
2) Colación del Primado a Pedro. Pedro
es el signo de la potestad de Cristo sobre su Iglesia, cuando le dice que debe
apacentar sus ovejas.
3) Elementos de misión y potestad. No
es una potestad delegada sino la misma potestad de Cristo hecha presente porque
representa a Cristo como pastor. Son representantes y lo harán a partir de un
acto sacramental. Luego también, una vez resucitado les da la misión universal
de predicar, santificar y gobernar. Todo esto cuando les manda perdonar los
pecados atar y desatar y predicar su Evangelio por todo el mundo.
24.2 Reino de Dios e Iglesia en la
predicación de Jesús
“El Señor Jesús comenzó su Iglesia con
el anuncio de la Buena Noticia, es decir, de la llegada del Reino de Dios
prometido desde hacía siglos en las Escrituras. Para cumplir la voluntad del
Padre, Cristo inauguró el Reino de los cielos en la tierra. La Iglesia es el
Reino de Cristo presente ya en misterio”[243].
Las características del reino predicado
por Jesús son: 1) Es escatológico; 2) Está en crecimiento; 3)
Es religioso, no es político; 4) Es universal; 5) Es de misericordia no de castigo;
6) Se accede al Reino por la conversión (metanoia); 7) El Reino de Dios es el
Reino de Cristo, implica una conversión a Jesús, reconocer que El es el Hijo de
Dios.
La pregunta sobre la relación entre el
Reino y la Iglesia se planteó en el siglo XIX por parte del protestantismo
liberal, concretamente a raíz de la afirmación de Loisy: “Jesús anunciaba el
Reino y vino la Iglesia”. Según esta visión hay una ruptura entre el Reino e
Iglesia, esta concepción se introdujo en el ambiente católico: el modernismo.
Otro grupo de autores se enmarcó en la escuela escatologista (Bultmann, H.
Küng, Schweitzer): “el Reino sólo se dará en la Parusía; ése era el reino del
que hablaba Cristo aunque pensaba que era algo inminente y que se daría durante
su vida”. También se mantuvo la línea de la ilustración protestante de corte
racionalista (Harnack, Schleiermacher): “Cristo predicó el Reino de Dios, pero
era meramente espiritual, la Iglesia surgió después. Entre ambos no existe
relación. El cristianismo es una ética. Una realidad basada en el amor, que no
afecta al hombre sino al espíritu”. Estas doctrinas fueron condenadas en el
Decreto Lamentabili y en la Enc. Pascendi de San Pío X.
Más recientemente el Concilio Vaticano
II en Lumen Gentium 5, al hablar de la relación entre la Iglesia y el Reino,
afirma que la Iglesia recibe la misión de anunciar el Reino, y la misión de
instaurarlo en todos los pueblos siendo ella misma “el germen y el comienzo de
este Reino en la tierra”. Por tanto, se puede a modo de resumen decir: que la
Iglesia es un agente al servicio del Reino, con misión de anunciarlo en el
futuro e instaurarlo en el presente; la Iglesia es presencia germinal del
Reino; la Iglesia vive en tensión escatológica hacia la consumación del Reino;
el Reino y la Iglesia en parte se identifican y en parte se diferencian; y que
la Iglesia ha sido fundada por Cristo, el mismo que ha predicado el Reino de
Dios.
24.3 Aspectos del misterio de la
Iglesia
La Iglesia es a la vez: sociedad dotada
de órganos jerárquicos y el Cuerpo Místico de Cristo; el grupo visible y la
comunidad espiritual; la Iglesia de la tierra y la Iglesia llena de bienes del
cielo. Estas dimensiones juntas constituyen una realidad compleja, en la que
están unidos el elemento divino y el humano[244].
La Iglesia es Misterio de Comunión. En
la Iglesia es donde Cristo realiza y revela su propio misterio como la
finalidad del designio de Dios: recapitular todo en él. San Pablo llama gran
misterio al desposorio de Cristo y de la Iglesia. Porque la Iglesia se une a Cristo
como a su esposo, por eso se convierte a su vez en Misterio. Contemplando en
ella el Misterio, San Pablo escribe: el misterio es Cristo en vosotros, la
esperanza de la gloria [245].
En la Iglesia esta comunión de los
hombres con Dios por la caridad que no pasará jamás es la finalidad que ordena
todo lo que en ella es medio sacramental ligado a este mundo que pasa[246].
La Iglesia es sacramento universal de
salvación. La Iglesia es en Cristo como un sacramento o signo e instrumento de
la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano: Ser el
sacramento de la unión íntima de los hombres con Dios es el primer fin de la
Iglesia. Como la comunión de los hombres radica en la unión con Dios, la
Iglesia es también el sacramento de la unidad del género humano [247].
Como sacramento, la Iglesia es
instrumento de Cristo. Ella es asumida por Cristo como instrumento de redención
universal, sacramento universal de salvación, por medio del cual Cristo
manifiesta y realiza al mismo tiempo el misterio del amor de Dios al hombre.
Ella es el proyecto visible del amor de Dios hacia la humanidad que quiere que
todo el género humano forme un único Pueblo de Dios, se una en un único Cuerpo
de Cristo, se coedifique en un único templo del Espíritu Santo[248].
24.4 Notas de la Iglesia
Entendemos por notas ciertas
propiedades esenciales de la Iglesia que la hacen exteriormente reconocible y
discernible. Constituyen a la Iglesia en su ser, dimanan de la misma esencia de
la Iglesia desde el centro mismo de su misterio; las notas son consecuencia de
su naturaleza sacramental y condición sine qua non de su misión; según resume
el Catecismo de la Iglesia Católica, las notas de la Iglesia son:
1) La Iglesia es una: Tiene un solo
Señor, confiesa una sola fe, nace de un solo Bautismo, no forma más que un solo
Cuerpo, vivificado por un solo Espíritu, orientado a una única
esperanza[249] a cuyo término se superarán todas las divisiones[250].
2) La Iglesia es santa: Dios santísimo
es su autor; Cristo, su Esposo, se entregó por ella para santificarla; el
Espíritu de santidad la vivifica. Aunque comprenda pecadores, ella es “ex
maculatis immaculata” (“inmaculada aunque compuesta de pecadores”). En los
santos brilla su santidad; en María es ya la enteramente santa[251].
3) La Iglesia es católica: Anuncia la
totalidad de la fe; lleva en sí y administra la plenitud de los medios de
salvación; es enviada a todos los pueblos; se dirige a todos los hombres;
abarca todos los tiempos; es, por su propia naturaleza, misionera[252].
4) La Iglesia es apostólica: Está
edificada sobre sólidos cimientos: “los doce apóstoles del Cordero”[253]; es
indestructible[254]; se mantiene infaliblemente en la verdad: Cristo la
gobierna por medio de Pedro y los demás apóstoles, presentes en sus sucesores,
el Papa y el colegio de los obispos[255].
La única Iglesia de Cristo que
es: una, santa, católica y apostólica, subsiste en la Iglesia católica,
gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él. Sin
duda, fuera de su estructura visible pueden encontrarse muchos elementos de
santificación y de verdad[256].
24.5 La Iglesia, Pueblo de Dios y
Cuerpo Místico de Cristo
Ninguna imagen tratada aisladamente
abarca totalmente el misterio de la Iglesia. Pero hay imágenes más abarcantes
que otras, de entre ellas la Iglesia como Cuerpo Místico y como Nuevo Pueblo de
Dios son fundamentales.
i) Cuerpo Místico: La comparación de la
Iglesia con el cuerpo arroja un rayo de luz sobre la relación íntima entre la
Iglesia y Cristo. No está solamente reunida en torno a El: siempre está
unificada en El, en su Cuerpo[257]. En esta imagen se destacan los siguientes
puntos:
1) La unión indisoluble entre Cristo y
la Iglesia: Cristo entra en el concepto de la Iglesia. De modo analógico
podemos decir que esta unión es tan indisoluble como la Hipostática.
2) Unión vital entre Cristo y la
Iglesia, de tal manera que la Iglesia existe como un misterio de comunión con
Cristo.
3) El carácter mistérico o sobrenatural
de la Iglesia: Misterio sobrenatural y espiritual, no espiritualista.
4) Esta imagen nos habla de una
relación entre los sacramentos y la comunidad de gracia. La Iglesia tiene una
estructura sacramental, de tal manera que dentro de los sacramentos hay un
sacramento que según Santo Tomás, es el que hace la Iglesia: la Eucaristía.
5) Hay una implicación de los servicios
o ministerios que se dan en la Iglesia y que la presentan como un organismo.
6) En este cuerpo, el principio vital o
de unidad es el Espíritu Santo (es como el alma).
ii) Pueblo de Dios: Esta noción ayuda a
profundizar en el misterio de la Iglesia de modo que:
1) Une el AT con el NT, así el Nuevo
Pueblo de Dios se entenderá como la continuación del qahal Yahveh, comprendida
tal novedad al margen de raza y cultura.
2) Hay continuidad en las ideas de vocación
y de elección. A un cuerpo no se pertenece por voluntad propia, sino que se
nace parte de ese cuerpo. Todos han sido llamados y convocados a formar este
pueblo, esta vocación resume la antropología de la Iglesia. Se comprende que en
la Iglesia lo fundamental es el ser cristiano (bautizado y confirmado); luego,
vendrá la distinción jerárquica como una congregación dentro de la
congregación, que está para el servicio de ella.
3) Implica también la idea de Alianza,
fundamental tanto en el AT como en la Iglesia. Se requiere una respuesta de fe,
obediencia y fidelidad. La Iglesia es portadora de la Alianza y sacramento de
salvación.
4) Muestra cómo la Iglesia tiene como
finalidad la alabanza y la gloria de Dios al igual que el qahal Yahveh del AT.
Esta alabanza está ligada al desarrollo del sacerdocio de Cristo en la Iglesia:
testimoniar las maravillas de Dios.
5) Pone de relieve el sentido
escatológico de la Iglesia.
A modo de síntesis, de ambas nociones,
se puede afirmar que: La Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, es decir, aquel
que existe como Cuerpo de Cristo.
24.6 Misión de la Iglesia
Siguiendo el orden del Catecismo de la
Iglesia[258] veremos: cuál es la misión de la Iglesia; su origen y fin; el
motivo; quién conduce esta misión y por qué caminos.
El mandato misionero que la Iglesia ha
recibido de Dios consiste en que ha sido enviada para ser sacramento universal
de salvación, obedeciendo al mandato de su Fundador, se esfuerza por anunciar
el Evangelio a todos los hombres[259].
El origen de la misión de la Iglesia
tiene su fuente última en el amor eterno de la Santísima Trinidad[260]; y el
fin último de la misión no es otro que hacer participar a los hombres en la
comunión que existe entre el Padre y el Hijo en su Espíritu de amor[261].
Del amor de Dios por todos los hombres
la Iglesia ha sacado en todo tiempo la obligación y la fuerza, el motivo, de su
impulso misionero: “porque el amor de Cristo nos apremia...”[262]. En efecto,
“Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de
la verdad”[263].
El Espíritu Santo es en verdad el
protagonista de toda la misión eclesial[264]. El es quien conduce la Iglesia
por los caminos de la misión, mismos que recorrió Cristo; esto es, el camino de
la pobreza, la obediencia, el servicio y la inmolación de sí mismo hasta la
muerte, de la que surgió victorioso por su resurrección[265].
Por último, algunas características
concretas, propuestas por el Concilio Vaticano II, que debe tener el camino que
la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión, son: ser camino de
conversión y renovación [266]; camino de paciencia[267]; de esfuerzo hacia la
unidad de los cristianos[268]; y de diálogo respetuoso con los que todavía no
aceptan el Evangelio[269].
B) RESUMEN
Los Actos de Cristo que preparan la
Iglesia son: la constitución de la comunidad de los discípulos; elección y
misión de los “Doce”; vocación y misión de Pedro. La Última Cena del Señor es
un acto anticipador y recapitulador. Los “Actos de Colación” de Cristo
resucitado son: manda , con todo el poder del Cielo, perdonar los pecados como
fruto de la Cruz; colación del Primado a Pedro; y elementos de misión y
potestad.
Las características del reino predicado
por Jesús son: es escatológico; está en crecimiento; es religioso,
no es político; es universal; es de misericordia no de castigo; se accede al
Reino por la conversión; y el Reino de Dios es el Reino de Cristo, implica una
conversión a Jesús, reconocer que Él es el Hijo de Dios.
La Iglesia es Misterio de Comunión. En
la Iglesia es donde Cristo realiza y revela su propio misterio como la
finalidad del designio de Dios: recapitular todo en él. La Iglesia es
sacramento universal de salvación. La Iglesia es en Cristo como un sacramento o
signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el
género humano.
Entendemos por notas ciertas
propiedades esenciales de la Iglesia que la hacen exteriormente reconocible y
discernible: la Iglesia es una, santa, católica y apostólica.
La Iglesia es el Pueblo de Dios y el
Cuerpo Místico de Cristo. A modo de síntesis, de ambas nociones, se puede
afirmar que: La Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, es decir, aquel que existe
como Cuerpo de Cristo.
El mandato misionero que la Iglesia a
recibido de Dios consiste en que ha sido enviada para ser sacramento universal
de salvación, obedeciendo al mandato de su Fundador, se esfuerza por anunciar
el Evangelio a todos los hombres.
C) BIBLIOGRAFÍA
Concilio Vaticano II, Const. Lumen
gentium, 1-17.
Concilio Vaticano II, Decr. Ad gentes
divinitus, 1-9.
Concilio Vaticano II, Const.
Sacrosanctum Concilium, 1-13.
Concilio Vaticano II, Decl. Dignitatis
Humanae, 14.
Concilio Vaticano II, Decr. Unitatis
Redintegratio, 4.
Juan Pablo II, Redemptoris
Missio, 21.23.50.55.
Catecismo de la Iglesia Católica, 748-870.
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